domingo, 6 de diciembre de 2015

La burrada de la semana, Esperanza Aguirre

A algunos, en este caso a algunas, les gusta añorar nuestro oscuro pasado reciente, porque cada vez que tienen oportunidad pretenden reescribir la historia de ese periodo negro. Si alguien se destaca en esa actitud, es Esperanza Aguirre. 

A Aguirre, tan defensora ella de hacer cumplir la ley, no le gusta que se cumpla la ley de Memoria Historia. Aunque eso de cumplir la ley es un decir, porque a ella lo que verdaderamente le gusta es que las leyes, sobre todo las que ellos imponen, las cumplan otros. Ella opina que la ley de Memoria Histórica fue una malhadada ley y  que por lo tanto lo mejor que se puede hacer es no cumplirla o ponerle palos en las ruedas. Por si no lo sabe, o no lo quiere saber, con esa ley tan solo se pretende devolver la dignidad robada a los defensores de la legalidad republicana asesinados por la dictadura franquista.

Todo esto viene a cuento de la intención del Ayuntamiento de Madrid, a propuesta de grupo Socialista, de hacer cumplir la ley de Memoria Histórica y revisar el callejero eliminando todos los nombres de calles que tengan relación con el franquismo, tal como se explicita en dicha ley. Pero ella considera, en su articulo de El Confidencial "Las calles de Madrid", que eso es restaurar en Madrid la Inquisición y  que "Cuando los socialistas se quedan sin propuestas y quieren llamar la atención de los ciudadanos, desempolvan el fantasma de Franco en alguna de sus formas". Ni se trata de desempolvar el fantasma de Franco, esta muy bien en el infierno, ni de llamar la atención. Se trata simplemente se hacer cumplir la ley, esa misma ley que allí donde gobierna el Partido Popular no se cumple o se dan largas para cumplirla.

Pero esto no es lo mas grave que la lideresa, en sus agónicas horas de capa caída, ha dicho en su apología del franquismo. Dice Aguirre que “Los socialistas de hoy pretenden explicar la Guerra Civil como una guerra entre los buenos y los malos, en la que los buenos fueron muy buenos y los malos fueron muy malos, y, además, ganaron”. Y añade: “Esta explicación de la Guerra Civil implica dos consecuencias: que la II República fue un régimen idílico, y que el Franquismo fue impuesto por la fuerza a todos los españoles”.

Lo que Aguirre se niega a reconocer es que lo historiadores ya han explicado la  historia de manera objetiva. Y casi nadie habla de buenos, buenísimo y de malos malísimos. Pero si se habla de los que defendieron la legalidad republicana y de los que con un golpe de estado derrocaron esa legalidad e impusieron una sangrienta dictadura. La II República posiblemente no fue un régimen idílico, pero si un régimen que posibilitó los mayores logros sociales y políticos hasta ese momento y permitió la alternancia democrática en el poder. La derecha gobernó también en un periodo, que la historia ha denominada como el "bienio negro", por algo será. Un periodo que se distinguió por desmontar todos los logros sociales conseguidos con el anterior gobierno. Algo parecido a lo que ha estado haciendo Rajoy y el PP en estos últimos cuatro años con nuestra querida España. Se ve que es consustancial a  la derecha de nuestro país.

Que ahora pretenda Esperanza Aguirre reescribir la historia negando que "el Franquismo fue impuesto por la fuerza a todos los españoles”, denota dos cosas: la primera las veleidades y connivencias de Aguirre con la dictadura franquista y la segunda una gran mentira para justificar el franquismo. No parece que los españoles republicanos recibieran el golpe de estado de Franco con los brazos abiertos, ya que de ser así no hubieran hecho falta 3 años de guerra fratricida, ni se tuvieran que haber exiliado más de medio millón de españoles o lo peor haber asesinado a cientos de miles de españoles en la posguerra. A Esperanza Aguirre posiblemente le gusten las dictaduras, pero solo las de un signo, las que imponen contra la voluntad de los pueblos los militares golpistas.

La dictadura franquista solo fue asumida de buen grado por los grandes empresarios que financiaron el golpe o la clase alta española, que esperaban recoger los beneficios si el golpe triunfaba. Sus descendientes como Mayor Oreja, del PP, estaban muy complicados con el franquismo cuando sostenía que "la dictadura fue una época de extraordinaria placidez". De extraordinaria placidez para quienes no necesitaban para nada las libertades democráticas, ni de prensa, ni sindical, ni religiosa, ni de ningún otro tipo. Para los que como Aguirre estaban entre esa privilegiada minoría que vivía desahogadamente y protegidos por el régimen.

Esperanza Aguirre, a la que tanto le gustan las democracias anglosajonas debería tener en cuenta que en esos países una declaraciones como las suyas le hubiera significado el abandono de la política. Que en Alemania o en Italia sería impensable para un político justificar ni minimamente el nazismo  de Hitler o el fascismo de Mussolini, pero por desgracia España es diferente. Tan diferente que a estas alturas de la historia el Partido Popular sigue sin condenar el franquismo y sus crímenes.

Salud, República y Socialismo.

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