domingo, 8 de noviembre de 2015

La burrada de la semana, Albert Rivera

La derecha española lo tiene muy claro, que no le toquen sus orígenes. Da igual que sea la derecha azul o la derecha naranja y si no que se lo pregunten a Albert Rivera, líder de Ciudadanos.

La organización de Ciudadanos en Calatayud se ha negado a quitar la medalla de oro de esa ciudad al dictador Francisco Franco. Una actitud que ha sido respaldada por el presidente de Ciudadanos,  Albert Rivera, con el argumento de que "no está a favor de abrir un debate sobre la memoria histórica". La justificación con la que defiende  su posición es que acepta “que la Transición sea el punto de partida donde hubo un acuerdo entre los españoles según el cual no había vencedores ni vencidos”.

No se donde le habrán contado a Albert Rivera la historia de la transición española. Seguramente habrá sido en algún curso de verano de las Nuevas Generaciones de PP. Porque la Transición española no finiquitó el debate de vencedores y vencidos. Siguió habiendo vencedores porque ellos continuaron con los honores y las glorias de sus partidarios, vivos o muertos. Mientras que los vencidos continuaron con el estigma de su condición  y con sus muertos en las cunetas y sin recuperar la dignidad que, como luchadores por la libertad, merecían.

No se trata de de abrir nuevos debates sobre la memoria histórica que el parece desconoce cuando afirma que “la historia de los españoles la escriban los españoles, y no que cada ayuntamiento se dedique a poner o quitar calles, bustos y medallas”. Con esta afirmación el líder de ciudadanos demuestra un rotundo desconocimiento de la ley de Memoria Histórica que en su Art 15 dice taxativamente que las autoridades “retirarán (no dice, “procurarán”, o “intentarán”) esas placas, símbolos, medallas u honores". Por tanto él, que se jacta tanto del deber de cumplir la ley, lo que debería hacer es no poner piedras en el camino y hacer cumplir la ley, en este caso la ley de la Memoria Histórica

Pero es que la posición de Rivera y Ciudadanos no es producto de calentón verbal alguno o un desliz pasajero. Días después en el programa La Sexta Noche un ciudadano le hizo la siguiente pregunta: "Yo soy nieto de don Paulino Gómez Ruiz, labrador, ¿qué va a hacer usted para que mi bisabuelo salga de la fosa común?" la contestación del líder de Ciudadanos fue clarificadora: "Lo que voy a hacer es que usted pueda reivindicar eso como ciudadano español" ¡Faltaría mas! Que ahora venga el bueno de Albert a decirnos que es lo que podemos reivindicar o no. Lo que viene a significar que, si, si, usted reivindique que yo haré lo que me de la gana. O sea dejar las cosas como están.

Todo esto indica que o Albert Rivera desconoce la ley o que piensa igual que el PP. Porque no se traba de reabrir debates ni heridas, que, quiera él o no, siguen estando abiertas, al menos las de una parte. Se trata de algo tan simple como devolver la dignidad de todas las personas que lucharon y fueron asesinadas defendiendo la libertad y la legalidad republicana. Porque los otros nunca perdieron la dignidad. Porque, lo quiera o no Albert Rivera, no se cerrarán las heridas hasta que todos, vencedores y vencidos, tengan igualdad de trato y sobre todo mientras siga habiendo republicanos asesinados y enterrados en las cunetas.

Albert Rivera, la gran esperanza blanca de la derecha española, está demostrando día a día que las diferencias entre su partido y el Partido Popular se hacen cada vez más estrechas. La marca blanca del Partido Popular no solo quiere disputar el centro político, si no que pretende adentrarse en la tenebroso senda de la derecha española más rancia, la que representa el Partido Popular.

Salud, República y Socialismo.

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