Al final a Rajoy no le quedó mas remedio que aceptar el encargo del Borbón para formar gobierno. Pero como no podía ser de otra manera Rajoy tienen su propia interpretación y retorciendo la Constitución se reserva su derecho a ir o no a la sesión de investidura.
Si ya estamos haciendo demasiado el ridículo internacional teniendo como presidente en funciones a Mariano Rajoy, no acudir a la sesión de investidura sería ponernos en lo más alto de las situaciones políticas ridículas. Yo no sé, ni voy a entrar, si constitucionalmente Rajoy tienen la obligación o no de acudir a la sesión de investidura y presentar un programa de gobierno y tratar de convertirse en el próximo Presidente del Gobierno español. Pero si sé que Rajoy tienen la obligación moral de acudir a esa sesión de investidura lo antes posible.
No se puede tener doble moralidad y eso es lo que está haciendo Rajoy con el encargo del Borbón. A Pedro Sanchez le exigía que se acortaran lo plazos para presentarse a la sesión de investidura pero él no solo no ha fijado una fecha para hacerlo, sino que se reserva el derecho de acudir a o no a la misma, en función de que haya conseguido apoyos parlamentarios suficientes o no. Sería un caso inaudito porque ya otros lo hicieron. Tanto Pedro Sanchez como Aznar se presentaron a la sesión de investidura sin tener los apoyos suficientes para salir elegidos, pero tuvieron la valentía de intentarlo. Rajoy, por el contrario piensa que es suficiente con tener una mayoría minoritaria en el Congreso para que todo los diputados le nombren por aclamación. Eso solo ocurría con Franco.
El problema de Rajoy es que nadie quiere estar a su lado, salvo su cohorte de meapilas e incondicionales, como si fuera un apestado. Todo el mundo le huye y la mejor prueba de ello es que en el mes largo desde el 26J no ha conseguido ni un solo apoyo al margen de sus 137 incondicionales. Pero es que tampoco ha hecho esfuerzo alguno. Solamente proclamar a los cuatro vientos su derecho a formar gobierno por el simple hecho de haber ganado las pasadas elecciones. Rajoy demuestra un total desconocimiento de nuestra dinámica parlamentaria al no saber que no es elegido presidente el propuesto por el partido ganador de las elecciones sino el candidato que obtiene más apoyos. Aunque la realidad es que Rajoy lo sabe perfectamente pero, como Goebbels, repite y repite una mentira para intentar que se convierta en una verdad.
Que Rajoy sea un apestado con que el nadie quiere relacionarse es solo mérito propio. Se lo ha ganado a pulso en los cuarto negros años de la legislatura pasada. Una legislatura donde ha ninguneado a la oposición y ha pasado por el Congreso y el Senado como una apisonadora con su mayoría parlamentaria. Es Rajoy y el Partido Popular quienes tienen que hacer creibles que está dispuesto hacer una cambio en su política pasada. Y para eso no es suficiente con enviar a los otros grupos parlamentarios un resumen de su programa electoral. Es necesario que acote hasta donde es capaz de ceder en materia económica, laboral, social, regeneración política y de derechos y libertades para que el resto de los grupos están dispuesto a permitirle ser el próximo presidente de Gobierno.
Pero además es que Rajoy no puede ser el próximo presidente de Gobierno. Primero, por el daño realizado a millones de ciudadanos con sus políticas de recortes y austeridad y segundo, porque el Partido Popular es un partido corrupto al que los jueces han sentado en el banquillo de los acusado, por financiación ilegal y obstrucción a la justicia y algún delito mas. Que credibilidad puede tener un país que es gobernado por un presidente y un partido que está acusado de ser una organización criminal.
Ante esto no cabe como única alternativa decir que no habrá terceras elecciones. Porque por la izquierda tampoco cuadran lo números. Ya sabemos que es lo que votan los nacionalistas catalanes y vascos. Ante una situación excepcional se requieren medidas excepcionales. C's, PSOE y Unidos Podemos deberían tener altura de miras y saber que este país necesita en primer lugar una regeneración democrática y eso exige echar a la posición al Partido Popular y en segundo lugar, a lo mejor, tragarse algunos sapos y constituir una alternativa a un gobierno corrupto del PP. Unas terceras elecciones serían una tragedia para el país. Y yo tengo el convencimiento de que la izquierda política no saldría bien parada de ellas.
Rajoy nos quiere tomar el pelo con su actitud ante la sesión de investidura y su pretendida legitimidad para ser el próximo presidente del gobierno. Pero otros, como el vicesecretario de organización del PP, Fernando Martínez Maíllo, no solo nos toma el pelo si no que nos trata como a tontos. Este personaje no tuvo el mas mínimo pudor en afirmar el viernes en la Cadena Ser que "decir no a Rajoy es decir no al Rey". Debería saber este personaje que el Borbón no nombra al Presidente del Gobierno, simplemente le encarga someterse a la sesión de envestida para lograr el beneplácito del Congreso. Son los diputados los que con su voto deciden o no quien es nombrado para esa responsabilidad. Con personajes como estos cuya arma política es la mentira, estamos apañados.
Salud, República y Socialismo.
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