La CUP ya ha deshojado la margarita catalana, ha dicho no a la investidura de Mas. Pero este proceso de decisión ha estado viciado desde el principio, nunca tuve que ser necesario realizarlo, por ética.
Las promesas electorales son para cumplirlas, no para incumplirlas en cuanto se ocupa el escaño. Eso está bien para Rajoy y para el PP, no para quienes quienes se jactan de ser unos demócratas. La CUP y su candidato, Antonio Baños, se pasaron toda la campaña prometiendo que jamás apoyarían la investidura de Artur Mas, por su responsabilidad en los recortes económicos y sociales en Cataluña y por ser complice de la corrupción de la trama corrupta de los Puyol. En segundo lugar se desgañitaron diciendo que no apoyarían un proceso independentista que no estuviera respaldado por más del 50% de los votos de las elecciones catalanas.
La CUP incumplió la segunda promesa en cuanto ocuparon los escaños del Parlamento catalán, pues se pusieron a apoyar de inmediato el proceso independentista propuesto por Juns pel Si. Con respecto a la primera, no había nada que discutir mientras Mas fuera el candidato de Juns pel Si, si no querían incumplir lo prometido. Por tanto todo el proceso de debate sobre si apoyar o no la última propuesta de Juns pel Si, que incluía la investidura de Mas, estaba fuera de lugar. La coherencia política no solo hay que exigírsela al contrario, si no, que hay que ser coherente con lo que se predica.
No menos incoherentes son los que ahora critican a la CUP por la decisión tomada, como la Asamblea Nacional de Cataluña. En palabras de su presidente, Jordi Sánchez, se sienten engañados por la CUP. O la presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell, quien afirma que "me equivoqué y mucho", en referencia a la CUP. Quien se habría equivocado sería la CUP en el caso de que hubiera decidido romper una promesa electoral y avalar la investidura de Mas. La coherencia y la ética política deben estar por encima de los intereses partidistas.
No menos incoherentes son los que ahora critican a la CUP por la decisión tomada, como la Asamblea Nacional de Cataluña. En palabras de su presidente, Jordi Sánchez, se sienten engañados por la CUP. O la presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell, quien afirma que "me equivoqué y mucho", en referencia a la CUP. Quien se habría equivocado sería la CUP en el caso de que hubiera decidido romper una promesa electoral y avalar la investidura de Mas. La coherencia y la ética política deben estar por encima de los intereses partidistas.
La CUP ha quedado seriamente tocada con este innecesario proceso. Con la sombra de manipulación de la asamblea del pasado domingo y con la fractura producida con la decisión de hoy. Una decisión que, aunque acertada, les rompe por la mitad. Su portavoz, Antonio Baños, ni siquiera ha aparecido para dar cuentas de la decisión del Consejo Político. Ya se está especulando sobre su posible dimisión. Y la posibilidad de unas nuevas elecciones no les deja bien colocados, porque buena parte de sus electores independentistas dudarán si volver a votarles ante el freno que supone, al proceso soberanista, el no apoyar la investidura de Mas.
Lo que ha quedado claro es que ahora la pelota del proceso soberanista está en el tejado de Juns pel Si. Ellos tienen que decidir si mantener al responsable de los recortes económicos y sociales en Cataluña y connivente con la corrupción del clan Puyol, lo que llevaría a una nuevas elecciones autonómicas o aceptar la humillación de cambiarle para seguir adelante con el proceso soberanista. La primera opción, a mi entender, supondría el principio del fin del proceso soberanista. El resultado de las pasadas elecciones generales en Cataluña así lo evidencian. La marca blanca de Convergencia se hunde y el conjunto de los partidos independentistas sufre una gran retroceso ante la irrupción de "En Comú Podem". Aunque tampoco es evidente una mayoría clara y homogénea en el sentido contrario, lo que mantendría la incertidumbre de la gobernabilidad de Cataluña. Esta situación pone más en valor la necesidad de un referendum en Cataluña sobre la cuestión soberanista.
Habrá que ver como transcurren los acontecimientos la próxima semana para terminar de deshojar la margarita catalana y si se frena o no el proceso soberanista catalán con unas nuevas elecciones en Cataluña, que con toda seguridad tendrán una incidencia en lo que pueda pasar en la constitución del futuro gobierno del estado español.
Lo que si ha quedado claro, al margen de la decisión tomada, es un proceso ejemplar en el debate de la CUP sobre este tema. Por hartarse de participar y debatir no se les puede criticar.
Salud, República y Socialismo.
Habrá que ver como transcurren los acontecimientos la próxima semana para terminar de deshojar la margarita catalana y si se frena o no el proceso soberanista catalán con unas nuevas elecciones en Cataluña, que con toda seguridad tendrán una incidencia en lo que pueda pasar en la constitución del futuro gobierno del estado español.
Lo que si ha quedado claro, al margen de la decisión tomada, es un proceso ejemplar en el debate de la CUP sobre este tema. Por hartarse de participar y debatir no se les puede criticar.
Salud, República y Socialismo.
1 comentario:
Sorry, Pujol!
Yo nunca entendí una república catalana con una clase política corrupta de derechas en contra de la gente trabajadora y honesta.
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