miércoles, 4 de mayo de 2016

1976 Historia de una lucha obrera


En estos días los telefónicos conmemoramos el 40 aniversario de unas movilizaciones que, junto a otras muchas en ese periodo, impulsaron el cambio político en España. Porque a pesar de que algunos se empeñen en reescribir la historia, la democracia no nos vino dada porque un día un Borbón y un presidente de gobierno se acostaran con la camisa azul y se levantaran con el pijama de demócratas de toda la vida. La democracia no fue un regalo, no la ganamos a pulso esa casta obrera y ciudadana del 76. Esta es la historia de una de aquellas luchas que impulsaron en cambio político.
1976 fue el año de las grandes movilizaciones obreras. El dictador Franco  había muerto unos meses antes y los  anhelos de democracia y libertad de los españoles se expresaban en las movilizaciones en los centros de trabajo y la calle.
En junio de 1975 se habían convocado elecciones sindicales en el sindicato vertical franquista, único permitido que integraba obligatoriamente a todos los trabajadores junto a sus empresarios. Las clandestinas Comisiones Obreras decidieron participar organizadamente en las mismas para utilizar las mínimas posibilidades legales para avanzar en la conquista de las reivindicaciones concretas y de las libertades democráticas. En la entonces Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) los miembros de CC.OO. no podían estar al margen de ese proceso y decidieron participar en las elecciones sindicales bajo la cobertura de las Candidaturas Unitarias y Democráticas (CUD).
A pesar de las muchas trabas, que tanto la dirección de la empresa como  del régimen, impusieron para impedir la presentación de los/as candidatos/as de las CUD, así como notables injerencias durante la campaña electoral para favorecer a los candidatos oficialistas, los resultados de las CUD fueron excelentes. Sobre todo en Cataluña, País Vasco, Dirección Regional Centro y Dirección Regional de Levante. Los resultados obtenidos permitieron que el nuevo Jurado Único de Empresa (JUE) pasara de ser un órgano al servicio de la empresa a ser un órgano de reivindicación y defensa de los intereses de los trabajadores de la CTNE.
El detonante de las movilizaciones fue la negociación del VII Convenio Colectivo, aunque no se puede substraer el componente político de todas las movilizaciones realizadas en aquella época, la consecución de un estado libre y democrático. Desde el inicio de la negociación los miembros de las CUD imprimieron un carácter distinto a la negociación potenciando la participación de los trabajadores en las asambleas de centro de trabajo. Producto de ello fue la elaboración de la plataforma reivindicativa de 12 puntos y presentada por el nuevo JUE en la comisión negociadora con la empresa.
Las movilizaciones tuvieron tres fases. La primera en el otoño de 1975 para conseguir un plus de carestía de la vida, la segunda durante el mes de enero en defensa de un adelanto a cuenta del convenio colectivo y la tercera y más álgida, desde mediados de marzo a finales de abril, en defensa de la plataforma del convenio colectivo.
La cerrazón de la dirección de la empresa provocó que durante esa última fase se produjeran paros, asambleas masivas dentro y fuera de la empresa, manifestaciones  y concentraciones de trabajadores en la calles, muchas de ellas con enfrentamiento con las fuerzas del orden público e incluso bloqueo de las comunicaciones telefónicas. La contundencia de las movilizaciones y su prolongación en el tiempo, estuvieron apunto de provocar el colapso de las comunicaciones telefónicas en España.
Las movilizaciones y huelgas de aquel periodo tuvieron un carácter especial, el asambleario. Aunque el JUE, controlado por los miembros de las CUD, marcaba unas pautas de movilización, las acciones finales se decidían en asambleas provinciales e incluso de centro de trabajo. Por esta razón casi nunca hubo homogeneidad en las acciones que se llevaron a cabo. Lo que por otro lado no dejó de ser ventajoso, porque durante casi un mes y medio hubo movilizaciones y paros en algún lugar de la empresa.
La cerrazón de la empresa estaba en perfecta sintonía con las autoridades laborales del régimen para romper las movilizaciones y la huelga. El 12 de abril de 1976 la Dirección General de Trabajo dictaba Decisión Arbitral Obligatoria con lo que se ponía fin a la negociación colectiva. Esto, evidentemente, motivo que las movilización fueran decayendo, siendo las propias asambleas de los trabajadores las que determinaron el fin de las movilizaciones.
La movilización se tradujo en una rotunda victoria en el terreno reivindicativo, aunque se tuviera que pagar un alto precio en sancionados y despedidos; y en la credibilidad de cientos y cientos de hombres y mujeres, que bajo las siglas de la CUD se sacrificaron por el conjunto de los trabajadores y trabajadoras de Telefonía, dando ejemplo de honestidad, responsabilidad y ética sindical.
Y también significó la derrota del modelo sindical antidemocrático de la dictadura, basado en la conciliación de interés con los empresarios, corrupto y al margen de la participación de los trabajadores y el despegue del sindicalismo de clase, defensor de los intereses de los trabajadores a los que representa.
Luego vino la lucha por la amnistía laboral de los/as 51 despedidos/as, 74 trasladados/as y 124 sancionados/as. Una larga lucha en la que CC.OO. no iba a dejar en la cuneta a las/as compañeros/as que dieron lo mejor que tenían en defensa de todos los trabajadores. Hasta que el 30 de diciembre de 1981 se alcanzó el acuerdo escalonado de amnistía plena en la empresa. El último de los despedidos reingresaría el 19 de abril de 1982
La huelga de Telefónica sirvió para que el incipiente movimiento obrero en la Empresa sentara las bases del futuro sindicalismo en Telefónica. Un huelga que combinó la lucha por las reivindicaciones más inmediatas con las más políticas de democracia y libertad y significó la puesta en práctica de un sindicalismo asambleario, con sus lógicas deficiencias. La principal de ellas, la falta de coordinación de las acciones y de dirección sindical homogénea del proceso de negociación y presión.
El tiempo ha demostrado que el desarrollo de la lucha de aquellos días y su desenlace, con sus aciertos y sus errores, fue, en términos generales, acertado. Sobre todo porque constituyó un impulso para la consecución de las libertades sindicales y democráticas de este país.
Salud República y Socialismo

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