En estos días los telefónicos conmemoramos el 40 aniversario de unas movilizaciones que, junto a otras muchas en ese periodo, impulsaron el cambio político en España. Porque a pesar de que algunos se empeñen en reescribir la historia, la democracia no nos vino dada porque un día un Borbón y un presidente de gobierno se acostaran con la camisa azul y se levantaran con el pijama de demócratas de toda la vida. La democracia no fue un regalo, no la ganamos a pulso esa casta obrera y ciudadana del 76. Esta es la historia de una de aquellas luchas que impulsaron en cambio político.
1976 fue el año de las grandes movilizaciones obreras. El
dictador Franco había muerto unos
meses antes y los anhelos de
democracia y libertad de los españoles se expresaban en las movilizaciones en
los centros de trabajo y la calle.
En junio de 1975 se habían convocado elecciones sindicales
en el sindicato vertical franquista, único permitido que integraba
obligatoriamente a todos los trabajadores junto a sus empresarios. Las
clandestinas Comisiones Obreras decidieron participar organizadamente en las mismas
para utilizar las mínimas posibilidades legales para avanzar en la conquista de
las reivindicaciones concretas y de las libertades democráticas. En la entonces
Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) los miembros de CC.OO. no podían
estar al margen de ese proceso y decidieron participar en las elecciones
sindicales bajo la cobertura de las Candidaturas Unitarias y Democráticas
(CUD).
A pesar de las muchas trabas, que tanto la dirección de la
empresa como del régimen,
impusieron para impedir la presentación de los/as candidatos/as de las CUD, así
como notables injerencias durante la campaña electoral para favorecer a los
candidatos oficialistas, los resultados de las CUD fueron excelentes. Sobre
todo en Cataluña, País Vasco, Dirección Regional Centro y Dirección Regional de
Levante. Los resultados obtenidos permitieron que el nuevo Jurado Único de
Empresa (JUE) pasara de ser un órgano al servicio de la empresa a ser un órgano
de reivindicación y defensa de los intereses de los trabajadores de la CTNE.
El detonante de las movilizaciones fue la negociación del
VII Convenio Colectivo, aunque no se puede substraer el componente político de
todas las movilizaciones realizadas en aquella época, la consecución de un
estado libre y democrático. Desde el inicio de la negociación los miembros de
las CUD imprimieron un carácter distinto a la negociación potenciando la
participación de los trabajadores en las asambleas de centro de trabajo.
Producto de ello fue la elaboración de la plataforma reivindicativa de 12
puntos y presentada por el nuevo JUE en la comisión negociadora con la empresa.
Las movilizaciones tuvieron tres fases. La primera en el
otoño de 1975 para conseguir un plus de carestía de la vida, la segunda durante
el mes de enero en defensa de un adelanto a cuenta del convenio colectivo y la
tercera y más álgida, desde mediados de marzo a finales de abril, en defensa de
la plataforma del convenio colectivo.
La cerrazón de la dirección de la empresa provocó que
durante esa última fase se produjeran paros, asambleas masivas dentro y fuera
de la empresa, manifestaciones y
concentraciones de trabajadores en la calles, muchas de ellas con
enfrentamiento con las fuerzas del orden público e incluso bloqueo de las
comunicaciones telefónicas. La contundencia de las movilizaciones y su
prolongación en el tiempo, estuvieron apunto de provocar el colapso de las
comunicaciones telefónicas en España.
Las movilizaciones y huelgas de aquel periodo tuvieron un
carácter especial, el asambleario. Aunque el JUE, controlado por los miembros
de las CUD, marcaba unas pautas de movilización, las acciones finales se
decidían en asambleas provinciales e incluso de centro de trabajo. Por esta
razón casi nunca hubo homogeneidad en las acciones que se llevaron a cabo. Lo
que por otro lado no dejó de ser ventajoso, porque durante casi un mes y medio
hubo movilizaciones y paros en algún lugar de la empresa.
La cerrazón de la empresa estaba en perfecta sintonía con
las autoridades laborales del régimen para romper las movilizaciones y la
huelga. El 12 de abril de 1976 la Dirección General de Trabajo dictaba Decisión
Arbitral Obligatoria con lo que se ponía fin a la negociación colectiva. Esto,
evidentemente, motivo que las movilización fueran decayendo, siendo las propias
asambleas de los trabajadores las que determinaron el fin de las
movilizaciones.
La movilización se tradujo en una rotunda victoria en el
terreno reivindicativo, aunque se tuviera que pagar un alto precio en
sancionados y despedidos; y en la credibilidad de cientos y cientos de hombres
y mujeres, que bajo las siglas de la CUD se sacrificaron por el conjunto de los
trabajadores y trabajadoras de Telefonía, dando ejemplo de honestidad,
responsabilidad y ética sindical.
Y también significó la derrota del modelo sindical
antidemocrático de la dictadura, basado en la conciliación de interés con los
empresarios, corrupto y al margen de la participación de los trabajadores y el
despegue del sindicalismo de clase, defensor de los intereses de los
trabajadores a los que representa.
Luego vino la lucha por la amnistía laboral de los/as 51
despedidos/as, 74 trasladados/as y 124 sancionados/as. Una larga lucha en la
que CC.OO. no iba a dejar en la cuneta a las/as compañeros/as que dieron lo
mejor que tenían en defensa de todos los trabajadores. Hasta que el 30 de
diciembre de 1981 se alcanzó el acuerdo escalonado de amnistía plena en la
empresa. El último de los despedidos reingresaría el 19 de abril de 1982
La huelga de Telefónica sirvió para que el incipiente
movimiento obrero en la Empresa sentara las bases del futuro sindicalismo en
Telefónica. Un huelga que combinó la lucha por las reivindicaciones más
inmediatas con las más políticas de democracia y libertad y significó la puesta
en práctica de un sindicalismo asambleario, con sus lógicas deficiencias. La
principal de ellas, la falta de coordinación de las acciones y de dirección
sindical homogénea del proceso de negociación y presión.
El tiempo ha demostrado que el desarrollo de la lucha de
aquellos días y su desenlace, con sus aciertos y sus errores, fue, en términos
generales, acertado. Sobre todo porque constituyó un impulso para la consecución de las libertades sindicales y democráticas de este país.
Salud República y Socialismo