La coherencia es una virtud exigible a cualquier político independientemente de su ideología o la organización a la que pertenezca y las promesas electorales deberían ser un contrato con la ciudadanía y no un reclamo para conseguir votos.
Desgraciadamente esto no es lo normal en la política española. Hasta los nuevos políticos, que criticaban las malas conductas de los viejos políticos, caen a veces en las mismas conductas que ellos criticaban. Antonio Baños, hasta ayer portavoz de la CUPP, me ha decepcionado. Yo creía que era un político coherente aunque no coincidiera con él en su posición ante la independencia de Cataluña. Antonio Baños no es un político coherente. Ha demostrado tener los mismos vicios que los viejos políticos.
La posición final de la CUP ante la investidura de Artur Mas la ha costado a Baños su acta de diputado en el Parlamento catalán. Baños ha dimitido porque no se siente capaz de defender la posición adoptada por la CUP. Eso le honra, porque otros dicen lo mismo y se quedan con el escaño justificándolo con la más peregrina de las justificaciones. Pero hasta ahí llega su coherencia. Porque cuando se pone a justificar su decisión, los argumentos se vuelven en su contra.
Dice Baños que deja el acta de diputado "porque la organización ha adoptado una postura discrepante con las ideas por las que se presentó como candidato". Yo no se las ideas con las que se presentó como candidato, eso forma parte de su intimidad. Pero todos sabemos que es lo que defendió durante la campaña electoral y el periodo de investidura del Presidente de la Generalitat de Cataluña. Antonio Baños se desgañitó hasta quedarse ronco afirmando, por activa y por pasiva que nunca apoyarían la investidura de Mas.
Eso no tiene mas que una lectura. Antonio Baños mintió premeditadamente a los electores catalanes. Los engañó para conseguir sus votos y a continuación se puso a trabajar por lo contrario a lo que se comprometió. Antepuso sus personales intereses políticos a su compromiso con los electores. Su mentira tiene para él una justificación, está "convencido de que la República Catalana es el único camino para lograr la transformación social del país". Ante ese objetivo final se supedita cualquier otro compromiso con sus votantes.
Pero es que además, al menos para mi, ese axioma es falso, porque el modelo de estado no determina ni condiciona la transformación social del país. La transformación social la determina la mayoría política existente en cada momento y no el modelo de estado. Puede haber monarquías como la sueca o la danesa con un elevado nivel de bienestar social y repúblicas como la rumana o la búlgara donde los derechos sociales están por los suelos. O naciones que se han independizado de sus estados, como Kosovo, con elevados niveles de desigualdad social y naciones integradas en estados federales con elevados niveles de bienestar social, como por ejemplo Quebec.
Por tanto en política lo importante es que los políticos sean coherentes con sus compromisos electorales y tengan un elevado nivel ético. Porque me da la sensación que al final a muchos, nuevos o viejos, lo que verdaderamente les importa es el poder político, poniendo en un segundo plano las necesidades de sus votantes y su compromiso con ellos. Y sobran políticos como Antonio Baños que no tienen el menor escrúpulo de mentir a sus votantes para conseguir su objetivo político, por muy noble que este sea. Los de la vieja política ya sabíamos como eran, pero decepciona que algunos de la nueva política se comporten de igual manera.
Salud, República y Socialismo.
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