El problema de las mochilas no son el continente si no el
contenido que cada uno lleva dentro de ellas. Algunos parece que ponen el énfasis
en la mochila para no tener que hablar de lo que llevan en la suya. Las
mochilas representan la trayectoria de cada uno a lo largo de su vida. Las mochilas no son un lastre, no pesan, porque los valores, si son positivos son ligeros como el humo. Lo que es pesado como el plomo es la incoherencia, el oportunismo, la egolatría, sentirnos superiores a los demás y creernos el ombligo del mundo. Yo estoy orgulloso de mi modesta mochila y no pienso desprenderme nunca de ella. Porque representa ese granito de arena que hizo posible la transición de una dictadura a una democracia, aunque sea imperfecta, y por que ese granito de arena, junto a otros muchos, fue lo que hizo posible conseguir todas las conquistas sociales que en estos últimos cuatro años el PP se ha encargado de eliminar.
Puestos a elegir a mi me gustan las mochilas de Cayo Lara y de Alberto Garzón. La de Cayo Lara porque está llena de honestidad, de coherencia y de generosidad. De generosidad porque después de levantar Izquierda Unida del hoyo en que estaba metida ha sido capaz de dar un paso atrás para que IU pudiera llevar a cabo el cambio necesario para seguir siendo una organización útil a la gente.
La mochila de Garzón |
Pero hay otras mochilas que no me gustan. No me gustan las mochilas que están vacías o las que están llenas de humo, porque si están vacías es porque no has aportado nada, no ha habido compromiso alguno en tu vida y si están llenas de humo significa que tu trayectoria ha sido nada mas que un engaño. O que están llenas de Marxismo pero de Groucho. De ese marxismo que se jacta de tener unos principios pero que si no gustan se puede cambiar por otros. No me gustan las mochilas llenas de ambigüedades, porque se intenta contentar a todos con el objetivo de obtener el poder y eso no es honesto. No me gustan las mochilas llenas de egolatría y endiosamiento porque lo hiperliderazgos se terminan convirtiendo en pequeños dictadores que piensan que todo está a su servicio y no él servicio de la sociedad. No me gustan las mochilas llenas de oportunismo y populismo porque a mi me gusta que los políticos sean coherentes y no que adapten su discurso a golpe de encuestas.
Por todo esto considero que es falso y manipulador el discurso de ir a la política sin mochila, porque todos tenemos la nuestra. Cargada de valores y el problema no son los valores sino las características de los valores que llenan nuestra mochila. Hay valores buenos que nos proyectan si los llevamos en nuestra mochila y valores malos que son una rémora y un freno para trabajar en la solución de los problemas sociales, si se han colado en la mochila. Quien renuncia a su mochila es posible que sea porque no le gusta mucho o porque teme que a la gente tampoco le guste.
Nota
Me decidí escribir esta entrada después de leer el artículo de Isaac Rosa en El
Diario.es, La mochila de Garzón, la mochila de Iglesias, que recomiendo.
Salud, República y Socialismo
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