La búsqueda de la unidad popular para conseguir el cambio político que se necesita en España es un objetivo imprescindible, pero como todo, tiene un limite, la dignidad de las personas y las organizaciones que están llamadas a llevarla a cabo.
La unidad popular es la suma de las organizaciones políticas y sociales y de personas que la quieren llevar a cabo. Lo que no es unidad popular es la absorción de todas esas fuerzas bajo el paraguas de unas solas siglas. Esa parece ser la idea que tiene Pablo Iglesias, líder de Podemos, con respecto a la unidad popular. Los hechos ocurridos durante esta semana así lo demuestran. Pablo Iglesias no sólo la rechaza, sino que se atreve a ofender e insultar a una fuerza política como Izquierda Unida. A IU y a todos sus militantes y dirigentes.
A Pablo Iglesias se le ha subido el éxito a la cabeza y puede acabar muriendo de eso, de éxito. Porque despreciar a los miles de cuadros y militantes y a su más de un millón de votantes de las pasadas elecciones municipales puede significar el poder llevar a cabo o no el cambio que se necesita. Él y solo él será el responsable de que el cambio se produzca o no.
Porque ese largo millon de votos no suma, multiplica. Como se ha visto en la pasadas elecciones municipales. Donde ha habido candidaturas de unidad popular, en las que ha participado IU, se ha superado con creces los resultados de Podemos en solitario. No querer ver esa realidad solamente tiene un nombre, sobervia. Defecto que Pablo Iglesias tiene en exceso.
Izquierda Unida somos una fuerza política con 30 años de historia. 30 años durante los que sus militantes hemos dado lo mejor de nosotros para llevar adelante el cambio político que se necesita. No lo hemos conseguido, pero eso no nos descalifica para seguir intentándolo. Tenemos sobre nuestras espaldas una gran mochila llena de luchas contra las políticas regresivas de gobiernos de distinto signo. Por eso me duele la soberbia de Pablo Iglesias y su desprecio y sus ofensas hacia IU. IU ha pasado por momentos duros durante estos años y los hemos superado. Estoy seguro de que este también. Pero también me duele la actitud de alguno de los mios. Me duele la actitud de Alberto Garzón, al que respeto y con el que comparto la política de la convergencia. Pero todo tiene un limite y en este caso es la dignidad de una organización y de sus militantes. Alberto lo ha intentado por activa y por pasiva. Era su obligación. Pero la unidad no se hace si una parte no quiere hacerla. Y esa parte que no quiere hacerla es Pablo Iglesias, es Podemos.
Porque él no entiende la unidad como una suma sino como una absorción. Pablo y Podemos tienen un problema con IU. Si no, no se entendería que la unidad se pueda hacer con ICV y con fuerza políticas autonómicas y no con IU.
Pablo Iglesias tiene una obsesión enfermiza con el poder. Es su único objetivo y para conseguirlo subordina los medios. Lo ha dicho muy claro, "quedaros con la bandera roja, yo quiero el poder". Pero la bandera roja significa muchas cosas, ideología, principios, transformación social, lucha contra la desigualdad social, lucha por un cambio real y no solamente estético,... Pero Pablo solo quiere el poder. Por eso se mueve siempre en el ámbito de la ambigüedad. Para no asustar la nadie, para intentar falsamente contentar a todos. Así empezó el PSOE para conseguir el poder y ahora el están donde están.
Por eso, Alberto, tiene que acabar con esta sinrazón. No puede seguir humillándose ni humillando a IU y sus militantes. La unidad popular no es posible con Podemos porque Pablo Iglesias no quiere. Que él corra con las consecuencias de sus actos. IU, si sigue trabajando por la convergencia, lo ha de hacer con el resto de las fuerzas políticas de la izquierda. Quien nos insulta y nos difama no merece ser compañero de viaje. Si el viaje nos vemos obligados a hacerlos solos, lo transitaremos. Como hemos hecho otras veces. Pero humillaciones ni una más. Nuestra dignidad está por encima de ese tal Pablo Iglesias.
Salud, República y Socialismo.
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