Nuevamente en P.P. nos engaña. Pretende vender como una reforma fiscal lo que es tan solo una electoral rebaja de impuestos. Una rebaja de impuestos que no compensa siquiera la subida que ellos hicieron cuando llegaron al gobierno, por lo tanto es también un incumplimiento de sus promesas.
Esta es una rebaja que es incluso contraproducente, porque va en contra de la situación económica que aún vivimos en España. Esta rebaja de impuestos va a suponer no ingresar en torno a 9.000 millones de euros, que el gobierno prevé compensar con una hipotética mejora de la economía. Esto unido a los 30.000 millones de ajuste que quedan por realizar por imposición de la Troyka, implicará necesariamente la implantación de nuevos recortes sociales.
En España tenemos una imposición fiscal del 32% del PIB, frente a una media del 40% de la UE y del 48% de Italia o el 45% de Francia. Lo primero que habría que preguntarse es si una rebaja de impuestos, en estas circunstancias, es lo que más conviene a los españoles de a pie. Sobre todo teniendo en cuenta que estamos 15 puntos por debajo de la media europea en gasto social. Es por eso que yo decía que la rebaja de impuestos era contraproducente porque incidirá negativamente en el gasto social.
Los impuestos tienen como una de sus funciones, quizás la principal, la redistribución de riqueza. Cuanto menos ingresos fiscales tenga un país, menos redistribución de la riqueza se podrá hacer. Menos dinero se invertirá en los servicios públicos y el estado del bienestar se debilitará aún mas. Por tanto una rebaja de impuestos como la del PP que como máximo aspira a dejar las cosas como están, si se cumplen todas sus previsiones, no va encaminada a mejorar la situación de los más desfavorecidos. Va simplemente destina a incrementar la desigualdad social entre la ciudadanía y potenciar una sociedad dual donde quien tenga dinero pueda acceder a servicios de calidad, mientras el resto se tendrá que conformar con servicios de beneficencia.
Pero además en lo inmediato es enormemente regresiva porque significa de nuevo un trasvase de rentas de los más pobres hacia los más ricos. De esta rebaja los grandes beneficiarios serán los que más tienen y los perdedores, los mas desfavorecidos, los jóvenes y los parados. Los jóvenes porque eliminan parte de la desgravación por el alquiler de la vivienda y los parados porque a partir de ahora tendrán que pagar impuestos por las indemnizaciones por despido que perciban.
Una reforma fiscal que se precie y que tenga un componente progresista tiene que tener dos elementos importantes, el incrementos de los impuestos directos (IRPF) y la disminución y/o de los indirectos (IVA) y además una redistribución de estos últimos, pasando al tipo reducido los bienes y servicios de primera necesidad y elevando los tipos de los productos de lujo. Todo lo contrario de lo que se pretende con la reforma del Partido Popular. Y un tercer elemento, la lucha contra el fraude fiscal y la economía sumergida, cosas de las que, casualmente, siempre se olvida el P.P.
Quizás uno de los pocos elementos positivos de la reforma es la eliminación del tipo impositivo que tenían los futbolistas extranjeros, el 24%, y que a partir de ahora será el máximo establecido. Ya era hora que se eliminarán privilegios de unos club deportivos que hacen contratos vergonzosos y a la vez deben dinero a Hacienda y a la Seguridad Social y de unos mercenarios que cobran salarios de vergüenza.
Por tanto esta rebaja de impuestos es tan solo una operación electoralista de cara a los próximos comicios (municipales, autonómicas y generales). Una operación en la que muchos incautos caerán pensando en las bondades, como denunciaba Albertos Garzón diputado de IU, de tener 200 euros mas en el bolsillo y no pensar en los más de 600 euros que tendrán que pagar como consecuencia de los recortes de los servicios públicos.
Salud, República y Socialismo.
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