Determinados políticos, que nos gobiernan, no tienen sentido del momento histórico en el que viven y vivimos. Alguno de ellos piensan que están todavía en la España del nacionalcotolicismo. Uno de ellos es el ministro del interior Jorge Fernández Diaz.
El esperpento causado esta semana por el ministro, condecorando con la Medalla de Oro al Mérito Policial a la virgen María del Amor, ha sido mayúsculo. Eso sí que es pisotear la marca España que el Partido Popular con tanto énfasis defiende. Hemos pasado de la marca de un "país civilizado", a ser la marca de un país tercermundista, con todos mis respetos hacia esos países. Hubiéramos hecho menos el ridículo si el ministro de Defensa hubiera condecorado a la cabra de la Legión. Al menos ella desfila con los legionarios.
Si el ministro hace el ridículo e insulta la inteligencia de los españoles con esta condecoración, la Dirección General de la Policía, al aprobar el informe favorable a la concesión de dicha condecoración, no ha sido menos. Demuestran ser unos auténticos indocumentados o simplemente unos alumnos aventajados y al servicio de esa secta que es la iglesia católica. Porque al margen del fetichismo que demuestran, no se cumple con ninguno de los requisitos que determina la ley 5/1964 (preconstitucional donde las haya) para la concesión de esta medalla. Estos requisitos son: haber muerto en acto de servicio o sufrir mutilación, dirigir o
participar en un servicio de la Policía de “trascendental importancia”,
haber desarrollado una “actuación extraordinaria y ejemplar” que dote de
prestigio al Cuerpo o realizar “hechos análogos” a los citados que
impliquen “méritos extraordinarios”.
Como tampoco se entiende la concesión de la condecoración, a propuesta de la cofradía de culto y procesión Nuestro Padre Jesús el Rico y María Santísima del Amor, porque esta comparte, no sabemos con quien, valores como la "dedicación", el "desvelo, la "solidaridad" y el "sacrificio". No se me hace a mi la idea como una imagen puede hacer para desarrollar todos esos valores. Hay que tener mucha fe ciega y tonta para suponer que la imagen se transmute y en sus ratos libres se dedique a desarrollar esos valores.
El problema es que no es la primera vez ni el único miembro de este gobierno nacionalcatolicista, que hecha mano de vírgenes y santos para solucionar los problemas de los ciudadanos que ellos, por lo que se ve, no se sienten capaces de solucionar. El propio Fernández Diaz ya se encomendó a Santa Teresa como "intercesora" para superar "estos tiempos recios". También la ministra de Empleo, Fátima Báñez llegó a agradecer a la 'Reina de las Marismas', conocida vulgarmente como la virgen del Rocio, el "regalo" de la "salida de la crisis" y del "búsqueda del bienestar". O Alberto Ruiz-Gallardón, siendo alcalde de Madrid, que pidió a San Isidro que ayudara a todos a "sacar adelante" a la capital y a España y a crear puestos de trabajo. Ya apuntaba buenas maneras cuando, estando en la oposición, Mariano Rajoy pidió al apóstol Santiago: "Ayuda para no desfallecer en
nuestra tarea de hacer de la política una actividad noble al servicio
del bien común". Se ve que el apóstol no le hizo mucho caso. Y para no ser menos el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, se encomendó a San Isidro para que "vuelva el empleo y la prosperidad para todos", Y pasando desapercibido, este gobierno concedió en septiembre de 2012, la Gran Cruz de la Guardia Civil a la Virgen del Pilar. ¡Vaya panda!
¿Que crédito y que imagen pueden dar de un país unos gobernantes que se comportan con actitudes propias de la Inquisición o del pasado fascista del nacionalcotolicismo? Cuando se antepone la superstición, y las creencia religiones personales al empirismo de las ideas, para salir de las situaciones difíciles, esto solo puede suponer que nuestro gobernantes consideran que seguimos estando en la España de la guitarra y pandereta. A pesar de que la mayoría de los españoles demostremos día a día que hemos superado ese retraso cultural.
Salud, República y Socialismo
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