Ya se que el gobierno del Partido Popular en España dice y sobre todo hace burradas diariamente, que repercuten negativamente en la calidad de vida de la ciudadanía. Pero hay cosas de rechinan demasiado.
Mientras en Grecia el gobierno de derechas mete en la cárcel a los dirigentes del partido neofascista, el gobierno español no para de justificar y elogiar a nuestro dictador de casa. Esta semana se ha sabido que en respuesta, a un diputado de Amaiur, sobre el texto que figura junto a un objeto en el Museo del Ejercito de Toledo, "Máscara mortuoria del Generalísimo D. Francisco Franco Bahamonde"; el gobierno afirma que está justificado el termino de "Generalísimo" por no perder la costumbre.
Digo yo que por no perder la costumbre se podría haber puesto en su lugar, golpista, dictador, asesino, criminal, sanguinario, genocida y un largo etcétera que define bastante bien y mejor la figura del personaje. Porque eso de "Generalísimo" es "una costumbre" que como los toros y otras muchas salvajadas que suceden a lo largo y ancho de este país, son tan solo un anacronismo y una insulto a la inteligencia de las personas y sobre todos a los cientos de miles de españoles que fueron perseguidos, encarcelados, torturados salvajemente y/o asesinados por el simple echo de defender la democracia y las instituciones legal y democráticamente elegidas.
A nadie en Alemania, por poner un ejemplo, se le ocurriría poner en una placa "Mi Führer" en referencia a Adolfo Hitler. Porque hasta los más conservadores en Alemania tienen muy claro cuales son "las costumbres" que no se tienen que tener y que hay pasados históricos que mejor es olvidar y borrar de la memoria. Pero el problema en España es que el gobierno, el Partido Popular, ni olvida ni quiere borrar de su memoria a personajes criminales como el dictador Franco ni lo que desgraciadamente representó.
Por eso no es casualidad que el P.P. justifique como chiquilladas de sus cachorros lo que en realidad es apología del fascismo, ni que un día salga un alcalde popular defendiendo vehementemente al dictador y sus acciones o que la ley de la Memoria Histórica haya sido derogada por la vía de los hechos o que se siga sin condenar de manera fehacientemente la dictadura y sus crímenes y un largo etcétera que solo tiene cabida en este país, porque un partido que se dice democrático no es capaz de romper con un pasado negro del que muchos de sus miembros continúan sintiéndose orgullosos.
Por todo eso se comprende mucho mejor la deriva autoritaria que está imprimiendo el P.P. desde que llego al poder, convirtiéndose en la práctica en un golpe de estado democrático sustentado en el rodillo de sus 182 diputados. Un golpe democrático que impide no solo que se vote, si no que tan siquiera se pueda discutir lo que a la oposición parlamentaria y a la mayoría de la ciudadanía le interesa.
Un golpe democrático al que la ciudadanía debemos dar repuesta aunque solo sea por restablecer la salud democrática del país.
Salud, República y Socialismo.
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