Hace unos dias que te fuiste y nos dejaste un vacío difícil de llenar. Hasta hoy no he sido capaz de escribir estas lineas.
Has estado 10 años con nosotros llenando nuestras vidas de alegría y ahora nos sentimos un poco solos. Te echamos de menos. Tardaremos en llenar ese vacío que nos has dejado porque ahora los paseos sin ti serán diferentes, ya no saldré con los bolsillos llenos de premios para dártelos cuando tu me los pedías en lo sitios que tenías preestablecidos. Ni oír tus ladridos cuando tu miedo te hacia ladrar ante cualquier perro algo mayor que tú. Nunca lo pudiste superar.
Ni mis siestas serán iguales, porque ya no habrá quien busque un rincón en mi sillón para acurrucarse junto mis piernas. Las voy a echar de menos. Ahora solo me quedará recordar esos muchos buenos momentos que tu me dedicaste. Son tantas las cosas que me quedan por recordar. Los yuyus que te hacían saltar a lo loco y abrazarme y darme besos sin venir a cuanto o tal vez para ti si que tenían sentido.
Tampoco se me olvidarán tus juegos con el agua de la manguera. Nunca llegué a comprender lo que te hacía salir corriendo en cuanto se abría una manguera y te ponías a gozar del agua como si fuera el mejor de tus juguetes. Solo tenías un defecto, eras un poco meón y por eso se enfadaba Carmen contigo.
Pero la vida es terrible y empezaste a empequeñecer, a dejar de ser lo que habías sido durante toda tu existencia y poco a poco tu alegría se transformó en tristeza y tu energía en debilidad, porque por dentro algo terrible te la estaba quitando. Al final nos dejaste aunque me queda el consuelo de que fue de forma tranquila y digna, como yo me quisiera marchar cuando llegue mi hora.
Nunca te olvidaremos porque en estos diez años nos has dado mucho mas que lo tu recibiste de nosotros, porque tu no nos pedías nada, quizá algún premio de vez en cuando y alguna caricia y algún achuchón, que siempre eran merecidos. Te vamos a echar mucho de menos, Gandalf.
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