sábado, 12 de marzo de 2016

La monarquía también tiene obligaciones

Los monárquicos se lanzan en tromba contra cualquiera que se atreva a cuestionar la monarquía, pensando que el poder vía vaginal tiene derecho a todo. Se equivocan porque hasta la monarquía, en este país, tiene obligaciones y limitaciones.

Gritan y amenazan con hacer caer todo el peso de la ley sobre quien ose cuestionar el comportamiento de los miembros de la monarquía. Pero el problema no es la critica, el problema es la actuación improcedente de los miembros de la casa real. El problema es que no soportan la critica y por eso aprueban leyes, como la ley mordaza, para meternos miedo en el cuerpo y no nos atrevamos siquiera a denunciar tropelías. 

La monarquía tienen una importante obligación que no es otra que guardar las composturas. Es una de las pocas servidumbres que se  les exige. Y si no se renuncia a ser princesa, príncipe o rey y entonces como cualquier ciudadano pueden solidarizarse con quien quieran. Mientras tanto tienen que renunciar a determinados privilegios que a los ciudadanos de a pie se nos permite. Se entiende que la vida de los monarcas debe ser ejemplar, ya que su poder les viene de dios. Aunque todos sabemos que la ejemplaridad de los monarcas es solo una ficción. Solo hace falta echar un vistazo al pasado reciente.

La ciudadana Leticia, que va de princesa por la vida -ya se le ha olvidado su origen plebeyo-, se cree que está por encima del bien y del mal. Por eso dice cosas que en boca de un ciudadano de a pie no generaría polémica pero que en su boca son cuando menos una irresponsabilidad. Solidarizarse con un presunto corrupto es poco mas o menos ser cómplice de corrupcion, porque se justifica su actuación y se menosprecia e incluso se insulta a quien denuncia la corrupcion. Eso está muy feo en una princesa. Que pronto ha olvidado sus orígenes de becaria del ABC.

Llamar "merdé" a quienes denuncian la corrupcion, a quienes con su trabajo diario han conseguido destapar muchos de los más graves casos de corrupción política de este país, está fuera de lugar. Es un insulto hacia el mensajero, hacia quien hace su labor de investigación y posibilita sentar en el banquillo a los muchos corruptos que pululan por nuestra geografía. 

Y es un desatino que este gobierno envíe a los ministros de la porra y la espada a amedrantar a quienes solo cumplen con su obligación, satisfacer del derecho a la información que la ciudadanía tiene. Porque lo divulgado no pisotea el derecho a la intimidad de la princesa, porque que una institución como la monarquia de apoyo a un corrupto, no es una asunto privado, es un asunto oscuro del que deberían dar explicaciones sus responsables. 

Estas cosas suceden porque en esta España nuestra hay quienes, por el mero hecho de haber nacido en el seno de una determinada familia, son inviolables ante la ley. Una  anacrónica situación que posibilita que esos ciudadanos se consideren por encima del bien y del mal, por encima de la ley. La inviolabilidad solo les debería proteger, en todo caso, de sus actuaciones en el ejercicio de sus funciones, pero nunca de sus actuaciones personales.

Este gobierno en funciones siempre tiene la misma respuesta cuando se destapan casos de corrupcion propios o de instituciones con las que simpatiza, la amenaza y el amedrantamiento. Para ellos la libertad de información es un derecho vigilado que es posible mientras no se destapen sus desmane. Por eso, en estos caso, el culpable es el mensajero y no quien comete la indiscreción o el delito. Se olvida que el derecho a la intimidad está supeditado al derecho a la información de la ciudadanía, que no súbditos. Un derecho que el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo ha ratificado en numerosas sentencias, siempre y cuando quede acreditado el interés público y la relevancia de la noticia. ¿Y quien puede poner en duda el interés público y la relevancia de la noticia?, una princesa que se solidariza con un presunto corrupto.

Por eso eldiario.es merece todo el respeto y la solidaridad en este asunto, pues solo ha hecho destapar un turbio asunte entre una princesa y su "compi yogui". Y nuestro desprecio hacia un gobierno que le importa más el mensajero que los turbios asuntos de los que se informa.

Salud, República y Socialismo.

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