No voy a hablarles de los 300 espartanos que comandados por Leónidas frenaron el avance del ejercito persa en el desfiladero de las Termopilas. Estos fueron unos honesto soldados que dieron su vida por la colectividad. Los 300 a los que yo me refiero son los deshonestos políticos españoles que están marcados con el estigma de la corrupción.
Hace unos días se hizo eco la prensa de la existencia de 300 políticos españoles imputados por diversos delitos de corrupción. La corrupción es una lacra social que sufrimos casi en silencio los españoles. Y digo casi en silencio porque son los propios partidos mayoritarios los que demuestran una absoluta desidia ante esta lacra. Solamente se habla con energía cuando se destapa algún caso del partido contrario. Se trata de un “y tu más” que no lleva ninguna parte.
Tenemos en España una estructura política muy adecuada para que progrese la corrupción (deficiente financiación de los entes locales e instituciones clientelares como las diputaciones), pero sobre todo una escasa voluntad política para combatirla como consecuencia de un escaso control de la actuación política, una legislación bastante lasa y una justicia lenta a la hora de perseguir este tipo de delito. Y un tercer elemento nada despreciable, una ciudadanía excesivamente complaciente con este tipo de delitos, aunque en estos momentos se esté elevando el nivel de rechazo de la ciudadanía ante los mismos.
La barra libre que el Partido Popular, durante el mandato de Aznar, haciendo de España una inmensa urbanización donde cualquier suelo podía ser susceptible de urbanizar, creó la burbuja inmobiliaria y dio pie a los grandes pelotazos de empresarios sin escrúpulo y de políticos también sin escrúpulos que se lucraron y financiaron a sus partidos (sobre todo P.P., PSOE y CIU). Y luego están las diputaciones, unas instituciones clientelares, no elegidas por los ciudadanos, que manejan ingentes cantidades de dinero y con escaso o nulo control democrático. En este caso sirven como lugar de descanso de dinosaurios políticos a los que se paga favores y para enchufar a militantes desempleados de los partidos mayoritarios. Por eso cuando un partido mayoritario las domina las considera muy necesarias, pero cuando es desalojado de ese poder las considera inútiles y las pretende anular. En resumen las diputaciones no son útiles para los ciudadanos, solo para los partidos políticos que las dominan.
El desapego de los políticos por parte de la ciudadanía es evidente. La corrupción política y la subordinación a las instituciones financieras en lugar de resolver los problemas de los ciudadanos mas desprotegidos en la solución de la crisis económica, han alejado a la ciudadanía de los políticos. Aunque no es justo meter a todos en el mismo saco, porque no todos son iguales. Algunos políticos y algunas organizaciones políticas defienden en las instituciones una salida justa a la crisis económica y se sitúan junto a los trabajadores en sus movilizaciones.
Es necesario una catarsis en la política, para echar de la política a los corruptos y a los deshonestos que incumplen permanentemente sus promesas electorales. Hay que reformar la ley electoral para hacerla mas democrática y mas proporcional, hay que establecer incompatibilidades severas para que quien es elegido para un cargo publico se dedique con efectividad al mismo, hay que eliminar privilegios indecentes y regular por ley sus salarios, hay que establecer una control mas cercano de la ciudadanía sobre las instituciones y los cargos públicos, hay que establecer periodos máximos de permanencia como cargo público, hay que incrementar la participación ciudadanía en las decisiones de las instituciones políticas. En definitiva hay que democratizar y hacer más cercanas las instituciones políticas.
Solo de esta manera se conseguirá que deje de ser noticia la existencia de 300 políticos imputados por corrupción. Y sobre todo creando conciencia entre la ciudadanía de que un corrupto es un corrupto, independientemente del partido al que pertenezca y que por tanto hay que echarlo de la política.
Salud, República y Socialismo.
1 comentario:
Hola,
aparte de una evidente falta de conciencia de clase, la política española está regina por un nefasto sectarismo que, por ejemplo, hace que media España vote a un partido cuyo tesorero y varios cargos más están imputados pr delitos de corrupción. Claro que esto no es nada comparado con ser obrero y votar derecha conservadora y neoliberal.
Publicar un comentario