Ya estoy de vuelta. Han sido cinco días para conocer brevemente algunos rincones de nuestro vecino Marruecos. Y que como todo lo distinto tiene su lado bueno y lado menos bueno.
Como decía en estos días he conocido Tánger, la Medina de Tetuán, Assilah y Chauen. Aunque cuando tenga ordenadas las cientos de fotografías que me he traído, haré un comentario del recorrido de esos lugares, quiero hacer previamente unos comentarios sobre ciertas costumbres y actitudes que cuando menos resultan chocantes para un europeo.
Lo primero es la sensación que se te queda de que siempre están pretendiéndote engañar, aunque no es una generalidad porque siempre te encuentras personas serias. Con la costumbre del regateo nunca estas seguro si has llegado a un buen acuerdo o a pesar de ello continúan engañándote. Negocias una alfombra y cuando vas a pagar te dicen que ha dicho el jefe que cinco euros más. Tú muy dignamente le dices que ese no es el trato y te vas. Al rato te persiguen por la Medina con la alfombra ya muy enrollada y dicen que aceptan tu precio, pero claro ya no sabes si lo que te ofrecen a cambio es la alfombra que tu has elegido o es otra de inferior calidad, con lo cual, al final, te niegas en redondo a cerrar definitivamente el trato.
Lo segundo que me sorprendió, sobre todo en una ciudad muy occidentalizada como Tánger, es la discriminación de la mujer. Una discriminación con contrates, porque mientras hay una minoría de mujeres jóvenes que visten completamente a la europea, hay una gran mayoría que sigue manteniendo el pañuelo y visten con la ropa tradicional marroquí. Y esto contrasta como una inmensa mayoría de hombres que viste de manera occidental. Puedes ver una pareja, incluso joven, que él viste a la europea y ella con pañuelo y traje marroquí.
Donde más se ve esa discriminación es en las cafeterías y los salones de the. Salvo en contados sitios, en estos lugares y sus terrazas no encontraras una mujer, sola o acompañada. A mi me parece indignante que aunque teóricamente la mujer tenga posibilidad de elegir su indumentaria la presión social la obligué en muchísimas ocasiones a adoptar un rol discriminatorio, alejándolas de los lugares que en el mundo occidental son compartidos por ambos sexos.
En fin esta es mi primera impresión de este primer encuentro con la sociedad magrebí.
Salud, República y Socialismo.
3 comentarios:
No vas nada desencaminado, la percepción de que siempre te engañan te acompañará por los siglos.
Referente a la mujer, es horrible, va a costar muchísimo que se iguale al hombre, ya hay movimientos feministas que luchan por ello, pero van a tardar porque todavía son semi clandestinos, pero ahí están.
Bien vuelto. Aquí el mundo electoral sigue girando.
Marruecos un gran país, con unos gobernantes déspotas.
Salud y República
Es un gran país pero que tiene una remora que es su rey, al que sin embargo la inmensa mayoría no solo respeta sino que defiende, raro es el establecimiento que no tiene un retrato suyo colgado.
La identidad cultural en la que muchos hombres se escudan para imponer el velo o el pañuelo es una falacia, porque si fuera así esa identidad, que a mi me parece loable, la defenderían tanto hombres como mujeres y harían, ambos, de ella una bandera identitaria. Pero como la realidad de la calle no es así, termina siendo una expresión de la dominación del hombre sobre la mujer.
Salud, República y Sacialismo.
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