7 de febrero de 2011
Hace una semana escribía una entrada donde decía que no me gustaba el preacuerdo acordado entre el gobierno y los sindicatos para la reforma de las pensiones, pero que no iba a criticarlo hasta que no leyera su contenido. Ahora ya está leído y mantengo la misma opinión estoy en contra de acuerdo firmado entre gobierno, empresarios y sindicatos.
La firma de un acuerdo o un convenio colectivo es el resultado de la cesión equilibrada de las partes y en este acuerdo ha habido un desequilibrio evidente hacia una de las partes: los trabajadores. Los sindicatos partían de dos principios la negación de la jubilación a los 67 años (bandera de la movilización) y que la solución al problema de la sostenibilidad del sistema publico de pensiones no podía venir por la vía de la reducción del gasto (equivalente a reducción de derechos y prestaciones) sino por el incremento de los ingresos.
Se ha caído en la trampa de la demografía, cuando es un falso argumento por dos razones. La primera porque solo se ha tenido en cuenta el futuro descenso de la relación cotizante/jubilado, pero no así el crecimiento del PIB y de la productividad en los próximos años. Basándose en estos aspectos muchos economistas afirman que no sería necesaria elevar la edad de jubilación. La segunda razón es que la demografía es un fenómeno cíclico, porque cuando los trabajadores procedentes de la explosión demográfica de los años 60 y 70 se jubilen, la relación cotizante/jubilado efectivamente disminuirá y serán necesarios mayores ingresos para mantener el nivel las prestaciones, pero no se tiene en cuenta que cuando esa generación desaparezca y sea sustituida por la siguiente (con menor índice de natalidad), el fenómeno se invertirá y se incrementará de nuevo la relación cotizante/jubilado y serán necesarios menores ingresos para mantener las pensiones. Solo haría falta una tarea de panificación de los ciclos de la demografía, a no ser que se pretenda que cuando llegue el tiempo de bonanza, con el pretexto de superávit se reduzcan las cotizaciones empresarial y con la siguiente generación se vuelva a reproducir el problema y de nuevo un nuevo recorte de las prestaciones.
Se pasó del “si se impone la jubilación a los 67 años habrá huelga”, a decir que “en enero no habrá huelga general” pasando por pedir un pacto con un mayor contenido de temas y terminar asumiendo un acuerdo que mantiene la edad de jubilación a los 67 años como obligación.
Aceptar la jubilación a los 65 años con 38,5 años de cotización y necesitar 37 años para acceder a la jubilación con 67 años de edad y el 100% de la base reguladora es, no solo aceptar que la edad de jubilación son los 67 años sino que también es insolidario. Es aceptar asumir la jubilación a los 67 años porque solo el grupo de trabajadores que esté relativamente cerca de la jubilación tiene posibilidades de alcanzar los 38,5 años de cotización a los 65 años y es insolidario porque se carga todo el aspecto negativo del acuerdo sobre los trabajadores de menor edad que no tendrán posibilidad de conseguir los años necesarios para poder jubilarse a los 65 años, por dos razones. La primera porque el acceso al mercado laboral se hace ahora mucho mas tarde que antes y la segunda por la propia estructura y condicionantes de nuestro mercado laboral (empleo precario, desempleo, etc).
Y no es cierto que con el acuerdo se hayan posibilitado el incremento de los ingresos del sistema público de pensiones, como se pretende justificar. Las únicas referencias a este asunto son una declaración de intenciones de separación de fuentes y de hacer que las pensiones contributivas sean pagadas a través de los presupuestos del estado y no a través de las cotizaciones sociales, pero sin expresar el ámbito de aplicación temporal de estas medidas. Además esta declaración de intenciones ya fue incluida en la anterior revisión del Pacto de Toledo e incumplida por el gobierno socialista que no ha tenido ningún interés en llevarla a cabo y que hubiera supuesto unos ingresos adicionales de unos 6.000 millones de euros por año a la caja de las pensiones. Y no digamos ya de las propuestas sindicales de acercar las bases de cotización a los salarios reales, incrementar el SMI y mejorar la calidad de los salarios y los empleos para conseguir que los ingresos por cuotas de incrementen. De estos aspectos no hay siquiera una declaración de intenciones.
Y que decir del incremento de temas del acuerdo para así poder justificar de mejor manera la firma del pacto. Salvo la ayuda de 400 € para parados sin prestación por desempleo y la exención de las cuotas de seguridad social a los empresarios que formalicen un contrato a tiempo parcial, temporal o de manera indefinida; el resto de los aspectos negociados son solo declaración de intenciones que tendrán su desarrollo parlamentario o acuerdo bilateral entre empresarios y sindicatos.
Y luego está en problema de los tiempos. El gobierno tiene unos tiempos, los que le imponen los mercados y últimamente la Sra. Merkel, pero el tiempo de los sindicatos, de los trabajadores, es distinto o al menos debería haber sido distinto. Un acuerdo sobre pensiones, que no se va a implantar hasta el 2013, no puede resolverse en un par de días y sobre todo sin la participación de al menos la afiliación de los sindicatos firmantes. La importancia del tema, por la repercusión negativa que sobre los trabajadores va a tener, hubiera merecido un debate sosegado y tranquilo en toda la estructura sindical, de esa manera los trabajadores hubiéramos podido opinar sobre el futuro que nos espera de nuestra jubilación y en ningún caso se menoscabaría el derecho de las direcciones sindicales sobre la decisión final. Aplazar la firma de un preacuerdo aceptado no hubiera afectado de ninguna manera a la credibilidad del acuerdo ni tan siquiera a su viabilidad, pero hubiera significado un importante impulso a la participación democrática de los trabajadores en asuntos de alta importancia para ellos.
Al final los secretarios generales de CC.OO. y UGT acudieron a la cena con la canciller Angela Merkel. Tenían que justificar que habían hecho bien los deberes. La Sra. Merkel les dio unas palmadas en la espalda, les digo que progresaban adecuadamente y les impulso nuevos deberes: cambiar el método de negociación salarial, cambiando la referencia al IPC por el del crecimiento de la productividad. ¿Y ahora que pasará? ¿Se volverá a decir de nuevo “si se impone el cambio en el modelo de negociación salarial, habrá huelga general”?. ¿Y quien nos creerá? Los trabajadores nos darán la espalda porque ya no crearan en nosotros, pensarán que de nuevo se llegará a un acuerdo no beneficioso y nos olvidaremos de las movilizaciones. Porque independientemente de la responsabilidad que tienen los trabajadores en los proceso de movilización, esta siempre será un fracaso si después de un amplio periodo de desmovilización, ni se justifica ni se prepara adecuadamente.
Por todas estas razones continuo pensando que se ha llegado a un mal acuerdo, que casi solo va a representar un empeoramiento del acceso a las pensiones y una reducción de su cuantía.
Salud, República y Socialismo.
6 comentarios:
Yo estoy con la posición de Salce Elvira.
Te dejo el enlace
http://www.cuartopoder.es/invitados/por-que-he-votado-en-contra/1098
Saludos
Ha sido un error, craso error, y no pasa nada por reconocerlo. Pero no tiene una explicación, la posición de Salce Elvira, que dice Felipe, al igual que la de Torres o Navarro o Oliveres, las comparto totalmente.
Y no, los sindicatos no son los culpables pero si comparten responsabilidad.
Salud y República
Estupenda entrada Antonio. No para mí no hay ninguna justificación para el apoyo de los sindicatos a la reforma de las pensiones. Ninguna.
Un beso
Felipe
Yo también coincido con la posición de Salve Elvira, de hecho enlacé su declaración en mi Facebook.
Rafa
Oiga que se está Vd. cambiando a mi bando, que la Salve esta en el lado de los malos, los comunistas. Para que vea que no somos tan malos.
Carmen
Tenía ganas de expresar todo lo que sentía sobre el acuerdo de las pensiones y me alegro que te guste.
Salud, República y Socialismo
Buenos días;
En estos últimos dos años los sindicatos han perdido una credibilidad que les va a costar recuperar, se han comportado como unos auténticos amancebados del PSOE.
Saludos.
Gracias, Antonio. Lo que estamos tolerando que suceda a nuestro alrededor no tiene ningún sentido y nos quita dignidad y humanidad. Un abrazo fuerte.
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