Legislar contra la mayoría de la ciudadanía o no escuchar la voz de la calle no es sinónimo de buen gobierno y puede, a la larga, producir reacciones negativas para esos gobiernos.
Eso es lo que pretende hacer ver Mariano Rajoy con sus recientes declaraciones, ayer en Cádiz, en torno a la manifestación contra el proyecto de ley de salud sexual: que el gobierno debe ser sensible a la voz de los miles de manifestantes antiabortistas, que el sábado se manifestaron en Madrid, y retirar el proyecto de ley, porque dice, además, que son mayoría los ciudadanos que opinan como los manifestantes.
Todo eso estaría muy bien, en primer lugar si fueran ciertas sus tesis y en segundo lugar si existiera alguna coherencia en sus palabras. Pero ni lo uno ni lo otro tiene algún viso de veracidad.
En primer lugar porque las encuestas señalan lo contrario a lo que él dice y señalan que la mayoría de la ciudadanía están a favor de una ley de aborto que de mayor seguridad jurídica a las mujeres y evite situaciones como la que hemos visto estos días con el archivo de la causa contra la Clínica Isadora, donde ha quedado demostrado que el Seprona se extralimitó y el juez finalmente culpa a los Guardia civiles de montaje persecutorio contra la clínica y de quebrantar el derecho a la intimidad de las pacientes.
Y en segundo lugar por la carente falta de coherencia y honestidad de Mariano Rajoy, ¿o ya no se acuerda de las multitudinarias manifestaciones contra la guerra de Irak? En aquel entonces las manifestaciones contra la guerra de Irak y la implicación del gobierno español en la misma no solo fueron más numerosas que las actuales contra el derecho de la mujer al aborto; si no que las encuestas indicaban con absoluta claridad que la mayoría de la ciudadanía estaba contra esa injusta guerra y la implicación en ella del gobierno español. Y ¿que hizo el gobierno de Aznar, del que Rajoy era miembro?, pues los contrario que lo que hoy predica Rajoy; hacer oídos sordos a las manifestaciones y las encuestas.
Si es importante que los gobiernos presten oídos a la voz de la ciudadanía, es también, o quizá más, importante que los políticos demuestren coherencia y honestidad en sus actuaciones. Porque si para Rajoy el gobierno tiene que tener en cuenta con lo que se dice en la calle (una parte de la calle) sobre el aborto, ¿No tendría, Núñez Feijoo, que escuchar a los que ayer se manifestaron mayoritariamente en Galicia en defensa del gallego? La coherencia y la honestidad no es un concepto relativo, se es o no se es, pero con todo y con todos.
Salud, República y Socialismo.
5 comentarios:
Has puesto el dedo en la llaga, querido Antonio. Es eso. La distinta vara de medir que utilizan los populares. El ejemplo de la guerra de Irak es definitivo. Además de que miente porque las encuestas dicen todo lo contrario de lo que el afirma. Y ya para abundamiento habría que preguntarles ¿por qué no hicieron ningún cambio en la ley los últimos 8 años en que tuvimos la desgracia de su Gobierno?
Lo mismo con la lengua gallega. Estoy terminando mi entrada de mañana sobre ese tema precisamente. Mis amigas gallegas me han comentdo que fue multitudinaria y que hay un malestar produndo con el Gabinete Feijoo.
En fin, que la hipocresía se les da bastnte bien.
Buenas noches. Un beso
Carmen
Antonio, se te olvida que la calle es suya, y como tales se contabiliza como les pasa por el arco.. ese..
La frase la acuñó un gallego que ejerce de tal, como y cuanto le da la gana..Pero que no le importa a lingua Galega, como el que está en el PPoder ahora en aquellas lindas Tierras...
Beijos, hoje, Antonio, Carmen..
Tal cual, D. Antonio, esta gente sólo vé por el ojo derecho y además muy ladeado.
Salud y República
Carmen
Ahora dicen que si ganan las próximas elecciones cambiarán la ley,pero como siempre ocultan como van a hacerlo.
Selma
La calle y la lengua y todo, es eleterno problema de querer imponer a todo el mundo su conceptode socdiedad.
Rafa
Y además se ponen oregeras para no salirse de la linde.
Salud, República y Socialismo
Una mujer libre no debería tolerar ser utilizada por una cúpula dirigente, sin tener voz ni voto en la toma de decisiones que afectan, al igual que a los hombres como persona. Dejarse utilizar sin cuestionar dogmas, formulados por hombres sin otra pretensión que dominar mediante el ejercicio del poder, convierten a la mujer en simple bulto para contabilizar en convocatorias fanáticas.
Publicar un comentario