Donde vamos con estos mimbres

Los empresarios españoles no dejan pasar un solo día para sorprendernos con alguna absurda petición o con ilegales acciones que sonrojarían a cualquier moderno empresario.

En esta ocasión una cadena de ópticas madrileñas discriminaba con el uniforme a sus trabajadores, no por dar una uniforme distinto a hombre y mujeres, si no porque obligaba a sus trabajadoras a llevar la bata de trabajo encima de la ropa interior; mientras que, evidentemente, los hombres podían ponerse la bata encima de la ropa de calle.

Y como siempre tiene que haber una borde que se niegue a doblegarse a las discriminatorias exigencias de los patronos, pues el patrón se vió obligado a trasladar a la borde a otro centro de trabajo y con horario diferente.

Pero al patrón discriminador le ha salido mal la jugada porque el Juzgado de lo Social número 28 ha dado la razón  a la trabajadora y el patrón discriminador se ha tenido que meter el rabo entre las piernas y restituir en sus derechos a la trabajadora, porque la empresa no logra "independizar la medida adoptada frente a la actora respecto a la iniciativa de la misma al intentar que la empresa varíe una obligación de forma de vestir que arrastra obligaciones diferentes de justificar entre hombres y mujeres". Es decir que queda demostrado que el traslado fue una represalia de la empresa contra la trabajadora por no consentir esta una discriminación por el echo de ser mujer.

Este es un nuevo ejemplo de la mentalidad retrograda y troglodita de muchos de los empresarios españoles, que en muchas ocasiones ven a la mujer como un objetó sexual  a través del que poder incrementar sus ventas o la rentabilidad de sus empresas. Pero lo triste del caso que esto que es una clara  discriminación sexual, se salde sin una fuerte sanción a la empresa responsable de la misma. No es suficiente que se reconozca a la trabajadora el derecho a llevar el uniforme de la misma manera que sus compañeros masculinos, sino que es necesario que ese empresario sea fuertemente sancionado, para que no vuelva a atreverse a cometer otra discriminación semejante. Solo de esta manera ejemplarizadora se acabaría con la tendencia de muchos de nuestros empresarios a discriminar salarial, funcional o normativamente a sus empleadas mujeres. Muchas mujeres son discriminadas por razón de sexo y no se atreven a denunciarlo por temor a las posibles represalias de sus patronos y los tribunales y los legisladores tienen la obligación de protegerlas frente a la ceguera de ciertos empresarios.

Salud, República y Socialismo.