domingo, 7 de noviembre de 2010

10 dias después

Cuando murió Marcelino Camacho, hace ahora diez días, yo estaba fuera de Madrid y escribí una rápida entrada en su  homenaje. Hoy quiero intentar hacerlo mejor.

1196122440383Camacho3cc3 Marcelino Camacho siempre fue  una persona que me atrajo desde que le conocí en los inicios de mi compromiso sindical allá por el año 1975. Primero fue atracción por sus fuertes convicciones políticas y sindicales, después  admiración porque siempre ha sido una persona cercana que nunca decía que no a cualquier petición de trabajo sindical o político y al final respeto, mucho respeto, por una trayectoria sindical  ejemplar, coherente e inflexible que se puede resumir en su frase: ni nos doblaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar”.

Marcelino fue un sindicalista innovador, aunque se le haya acusado de ser un sindicalista a la vieja usanza. Fue el artífice del modelo sindical de CC.OO. “un sindicalismo de nuevo tipo”, un sindicalismo que rompe con los viejos modelos sindicales imperantes durante la II República. Un sindicalismo de carácter sociopolítico y asambleario. El fue el alma del nuevo modelo sindical de CC.OO. Aunque luego sus sucesores le acusaron de defender un sindicalismo anticuado. Pero ese sindicalismo anticuado que algunos denostaban tenía como base el binomio presión – negociación que implicaba que para alcanzar un buen acuerdo no es suficiente con la negociación, esta hay que imbricarla con la presión. Y eso es lo que los modernos sindicalistas parecen que han olvidado.

Y obviamente Marcelino también se equivocó. Una de ellas cuando propuso a Antonio Gutiérrez como nuevo Secretario General de CC.OO., el modernizador del sindicato. Una modernización que se llevó por delante la ideología del sindicato y un sindicato sin ideología, que no partidismo, pierde su esencia. Que distinto hubiera sido el sindicato si el propuesto hubiera sido Agustín Moreno con quien tenía muchas más cosas en común que con Antonio Gutiérrez.

Otra de sus equivocaciones fue el no haber sabido ser el presidente de todos los afiliados de CC.OO. En el 6º Congreso Confederal las diferencias sindicales estaban muy enfrentadas y Marcelino tomó partido. Su coherencia y su honestidad  le impedía no tomar posición. Ya lo decía “no puedo ser un presidente que hoy da una de cal y mañana otra de arena”. Y se vio atrapado entre los que le utilizaron para su proyecto sindical y los que le veían como un presidente incomodo. Entre unos y otros le lanzaron al vacio, los unos porque no impidieron que se implicara en una pelea  de la que no podría salir indemne y los otros porque no aportaron la flexibilidad suficiente para que pudiera seguir siendo el presidente de todos los afiliados. Marcelino no se merecía eso. Por eso resultaba extraño ver a los siguientes secretarios generales alabarle en su funeral cuanto tanto le criticaron en su momento.

A pesar de todo, son muchas más sus aportaciones al sindicalismo que sus equivocaciones. Su labor en el congreso en la tramitación del Estatuto de los Trabajadores hizo que esta norma saliera mejorada y hoy muchos de esos derechos reconocidos, no son mas que recuerdos a causa de la sucesivas reformas laborales. Suya fue también la tarea de la estructuración y consolidación del sindicato en unos momentos en que los derechos sindicales eran casi nulos y había que ganarlos a pulso ante las empresas y los gobiernos de turno. Y sobre todo el mantenimiento de la unidad interna, cosa que saltó por los aires después de su marcha como secretario general.

Siempre recordaré los tres momentos que compartí de manera más cercana con él.

El primero durante las primeras elecciones sindicales en mi empresa, en junio de 1978, en una asamblea electoral. Marcelino nos hablaba de la revolución científico técnica, de la alianza del mundo del trabajo y la cultura y de los muchos derechos que a los trabajadores nos  quedaban por conquistar. Marcelino sabía atraerse el interés de los trabajadores porque hablaba en el mismo lenguaje que ellos, era un sindicalista humano y cercano.

La segunda en un acto político de IU de Rivas Vaciamadrid, cuando yo era el responsable de su área de Comunicación, hace ahora unos quince años. Le invité a un debate sobre empleo con el Presidente de la patronal de Rivas y nos dio un disertación de como  acabar con la lacra del paro.

Y la última fue en el año 2002 cuando le entrevisté, en su casa de siempre y en torno a un café preparado por su inseparable Josefina, con motivo de un libro que dirigí sobre la huelga de Telefónica de 1976. Recuerdo que llevaba preparado un guión para la entrevista pero daba igual, yo le preguntaba y el hablaba de lo divino y lo humano, de su lucha en la clandestinidad, de su trabajo en el Congreso de los Diputados, de la revolución científico técnica,… al final no conseguí mi objetivo pero me lleve grabada parte de la historia social de los últimos años de este país.

Marcelino ha sido un gran sindicalista, una gran persona que ha vivido como pensaba y que su coherencia y honestidad le ha llevado a buscarse en ocasiones conflictos y enemigos que de otra manera hubiera evitado. Los que hemos tenido la suerte de conocerle de cerca sabemos de su humanidad. Nunca le agradeceremos lo suficiente su aportación al sindicalismo de este país y a las mejoras de las condiciones sociales y laborales de los trabajadores.

Salud, República y Socialismo.

6 comentarios:

Felipe Medina dijo...

Que distinto sindicalismo en la honradez de Agustín Moreno y Salce Elvira.

Agustín se ha tenido que ir aburrido de tanta indignidad y puñalada trapera.

Que sindicalismo éste que hasta los fachas,por intereses,llegan a militar en él.No lo digo a vuela pluma.Conozco casos con nombres y apellidos.

Saludos

Martine dijo...

¡Cuántas entrañables vivencias nos haces compartir, Antonio!

En cuanto a :"Por eso resultaba extraño ver a los siguientes secretarios generales alabarle en su funeral cuanto tanto le criticaron en su momento". Real como la p.. vida misma :(

Un beso, Antonio.

severino el sordo dijo...

Tremendos los cambios,lo que cuesta conseguir un logro y lo poco que cuesta perderlos,por lo que cuentas has sido un privilegiado,saludos.

RGAlmazán dijo...

Un tipo único. Un gran hombre. De los que hay pocos. Seguirá vivo en nuestro recuerdo.

Salud y República

Marcos dijo...

Bonito homenaje, Antonio.
Yo, sin conocerle también intenté poner mi granito de arena, pero ahora, después de leer tu entrada quedo más convencido si cabe. Gracias.
Saludos progresistas de Madrid.

Antonio Rodriguez dijo...

Felipe
Y yo también, pero difícilmente se le pude negar la afiliación a un trabajador, los sindicatos no son partidos políticos. En todo caso se les puede expulsar si van contra los estatutos del sindicato.
Martine
La verdad es que he tenido la suerte de tener vivencias entrañables con personas de la categoría humana de Marcelino.
Severino
Te digo lo que ha Martine, ha sido un placer compartir momentos de la vida de Marcelino.
Rafa
Un gran hombre apresa de las múltiples y muchas veces injustas criticas recibidas.
Marcos
ES lo menos que se merece una persona de la talla humana de Marcelino.
Salud, República y Socialismo.

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