domingo, 3 de febrero de 2008

Al otro lado del muro (1)

Estoy en Berlín, justo cuando acaba de ser el 75 aniversario de unos de los más tristes y dramáticos episodios de la historia reciente: la llegada al poder de Adolf Hitler. Aunque no voy a hablar de él, de este episodio de la historia lo mejor que se puede hacer es no olvidarlo para evitar que se vuelva a producir. Quiero hablar de otro episodio negro de la historia más reciente de Alemania: el muro de Berlín. Voy a recorrer los sitios de Berlín donde aún quedan restos de ese nefasto símbolo de la división berlinesa, así como los lugares que tuvieron relación con el muro.

Hoy Berlín no tiene nada que ver con la ciudad triste y poco acogedora que fue hasta no hace mucho tiempo. Berlín es hoy todo lo contrario, una ciudad mezcolanza de lo moderno y el resurgimiento de las cenizas de la II Guerra Mundial cuando quedó arrasada. Es cosmopolita, acogedora, integradora de culturas, con una importante minoría turca, muchos de ellos de tercera generación. Una ciudad donde no te sientes ajeno.

Del muro construido entre 1961 a 1970 y que llegó a tener 165,7 km., de los cuales poco más de 100 km. eran un muro de hormigón y el resto estaba formado por cercas metálicas; hoy solo quedan los restos de unos pocos kilómetros diseminados por varios lugares. Además las instalaciones fronterizas contaban con 302 torres de vigilancia, 20 búnkeres y 259 zonas para perros.

La caída del muro se inicio de facto la noche del 9 al 10 de noviembre de 1989, cuando el jefe de Dirección de Distritos de Berlín y miembro del Politburó, Günter Schabowski anunció que a partir de ese momento los ciudadanos de la RDA podrían salir de su país sin mayores formalidades. Hacía las 23,15 h. en vista de la inmensa multitud que se encontraba en el paso fronterizo de la Bornholmer Strasse, un coronel de las tropas de guardia del límite dio la orden de abril la frontera. El puente de Bornholmer constituyó el primer lugar por donde los ciudadanos de la RDA y de Berlín Oriental, pudieron pasar, libremente por primera vez en 28 años, a Berlín Occidental. Esa misma noche fueron abiertos también otros puntos de control, con esto hecho había caído de facto el muro de Berlín.

En el entorno del puente de Bornholmer se conservan dos restos del antiguo muro, uno de ellos en la prolongación del puesto y el otro situado a lo largo de la traza de la vía ferroviaria, hoy constituido en un paseo lleno de cerezos, que fueron donados en 1993 por ciudadanos japoneses como muestra de alegría por la reunificación alemana. En la placa conmemorativa colocada al efecto dice: “Bajo los cerezos en flor nadie es extranjero aquí”. Y es cierto en Berlín nadie se siente extranjero.

La parte más grande del muro que se conserva está en junto a la estación de Warschauer Strasse, a lo largo del río Spree, que era frontera natural de las dos zonas de Berlín. En esta zona los restos del muro tienen una longitud de 1.300 metros y fue aprovechado para que más de cien pintores se inmortalizaran dejando grabada su particular visión de la división berlinesa, mediante temas políticos, poéticos, irónicos o idealistas. Así surgió un testimonio, lleno de fantasía, del estado de ánimo del momento de la reunificación. Este lugar, que fue denominado “East-Side- Gallery”, ha sido declarado monumento nacional y las imágenes deterioradas por el tiempo son objeto de restauración.

Quizá el más emblemático lugar del muro de Berlín es el conocido como “Checkpoint Charlie”, que era el antiguo paso de frontera entre el sector americano (Kreuzberg) y el sector soviético (Mitte); y que solo era utilizado por miembros de los aliados y por extranjeros. En este paso el 22 de octubre de 1961 tuvo lugar un suceso que estuvo a punto de convertirse en un enfrentamiento militar entre EE.UU. y la Unión Soviética.
La policía de la RDA pidió al enviado de los EE.UU., Allan Lightner, que enseñara su documento de identidad para entrar en Berlín Oriental, a lo que se negó, dado que según el Acuerdo de la Cuatro Potencias (Francia, Reino Unido, EE.UU. y la Unión Soviética) solo tenía derecho a exigirlo el ejercito soviético. Esto motivó que el mando militar estadounidense colocara 30 tanques en el sector americano del Checkpoint Charlie, la respuesta no se hizo esperan y los soviéticos hicieron lo propio paseando sus tanques por el sector soviético y la situación se puso amenazadora. Tras tensos intercambios de llamadas teléfonicas entre Moscú y Washington, el 27 de octubre se retiraban los tanques soviéticos y poco más tarde los norteamericanos abandonaban también su emplazamiento. Los oficiales aliados podían volver a cruzar la frontera sin ser controlados por la policía de la RDA.

Después de la reunificación alemana y hasta 2006 existió junto al Checkpoint Charlie, y a ambos lados del Friedrichstrasse un memorial en recuerdo a los caídos intentando cruzar el muro de Berlín, una cruz por cada uno de ellos. El problema era que el memorial estaba en terrenos privados y las inmobiliarias no conocen de sentimientos ni de recuerdos y hoy ese lugar está urbanizado.

También junto al Checkpoint Charlie, en Friedrichstrasse, existe un museo del muro, en el que permanece una de las últimas banderas que ondearon en el Kremlin. En el exterior hay colocada una copia de esa bandera con un placa que en cuatro idiomas (Francés, ingles, ruso y alemán) dice lo siguiente:” LA ULTIMA BANDERA DEL KREMLIN. Paseante quédate y reflexiona: en este lugar el “Mundo Occidental” finalizó y el poder del Kremlin de Moscú empezó, desde aquí a Wladiwostok. Y una de las Banderas Rojas del Kremlin se puede ver en este museo. Estuvo colgada desde octubre de 1992 hasta mayo de 1994. Para protegerla contra el deterioro fue sustituida por una copia.”

Como dicen las telenovelas, “continuará”.

Salud República y Socialismo

3 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Buena descripción histórica de un triste recuerdo. El muro significó la vergüenza que dividió a los berlineses y les separó durante muchos años.
Por fortuna, hoy es sólo un recuerdo.

Que Ud. lo pase bien por Berlín.

Salud y República

m.eugènia creus-piqué dijo...

Mis saludos a Berlin.Interesante la historia y vergonzosa también,la recuerdo perfectamente aunque no con tantos detalles,esperaré tus próximos posts.

Que disfrutes de esta magnífica ciudad a la que pienso ir algún día.

Petonets.

Anónimo dijo...

Vergonzante, una vergüenza para los que lo contruyeron y vergüenza tambien para los que lo consentimos tanto tiempo. Sigue mandando "información" Salud

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