Desde que los hombres inventaron los dioses, en el nombre de esos dioses se ha matado, torturado, se han pisoteado los derechos humanos de las personas y se han justificados miles de guerras desde cruzadas a guerras santas.
Hoy en el nombre de dios, hombres matan a sus mujeres, unos por "defender su honor" y otros porque entienden que es una propiedad mas. Es lo que ha pasado recientemente en Afganistán. Un energúmeno, porque no se le puede llamar de otra manera, ha asesinado a su esposa porque esta no le había pedido permiso para ir al mercado.
Esa ha sido la excusa pero podría haber sido otra cualquiera, no haberle hecho la comida, no haber accedido a sus deseos sexuales o simplemente haber pretendido ser una persona. Porque en Afganistán las mujeres no son personas, son objetos propiedades de los hombres, que las convierten en meros objetos sexuales y reproductivos.
Pero detrás de esta permanente violación de los derechos humanos de las mujeres afganas está la religión. Una religión, la islámica, que ha impedido que en mayo se aprobase una ley contra la violencia de genero por la oposición de los partidos más conservadores. Estos consideraban antiislámico la existencia de refugios para víctimas de abusos. En el nombre de dios se condena a la mujer a sufrir malos tratos y violaciones de todo tipo. Su único crimen, ser mujer en un mundo islamista y dominado por energúmenos que interpretan la religión en su exclusivo beneficio.
No hay buenas perspectivas para la mujer en Afganistán. Los abusos contra ellas no paran de incrementarse. Un 28% en 2012. La retirada de la OTAN en 2014 no hará sino incrementar esta cifra. Yo estoy en contra de las intervenciones militares, pero estas situaciones me hacen cuestionarme mis principios.
Mientras tanto solo nos queda denunciar estas situaciones y exigir que las ayudas económicas a estos países se deben condicionar al respeto de los derechos humanos, sobre todo de los más débiles, en este caso las mujeres.
Salud, República y Socialismo
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