miércoles, 5 de agosto de 2020

Se va el caiman, se va el caiman

Da igual que se le llame exilio, huida, fuga, etc. La acción del Borbón padre es tan solo la evidencia de que su vida ha estado llena de corrupciones y que con ella pretende salvar a la institución monárquica de sus escándalos y excesos.

 

La institución monárquica es una institución obsoleta y con trasfondo medieval que ya no tiene cabida entre las instituciones democráticas del siglo XXI. Es una institución que mantiene derechos y desigualdades impropias de una sociedad avanzada democráticamente. La primera desigualdad radica en que solo una familia designada por un dictador tiene derecho a ocupar la jefatura del estado y esto elimina de golpe el derecho a acceder a los demás ciudadanos a esa función. Y la segunda es que eso no garantiza nada ni capacidad política, ni honestidad, ni tan siguiera incorruptibilidad. Y a la vista está como nos ha salido el Borbón padre.

 

Mantiene, la institución monárquica, derechos que no son propios de sociedades democráticas, como son la falta de control político y fiscal y la inviolabilidad e inmunidad plena de todas sus acciones. Estos son privilegios que entroncan con las viejas y desaparecidas sociedades feudales.

 

Y esto hace que la monarquía sea una institución potencialmente corrupta porque quien tiene poderes casi absolutistas y casi ningún control sobre sus acciones públicas o privadas, cree que está por encima del bien y del mal y terminan fácilmente cometiendo acciones nada ejemplarizantes y con facilidad delictivas.

 

Y sin embargo para los partidos monárquicos el problema es el mensajero. El mensajero es el que está en contra de la constitución y del pacto constituyente del 78. Pues no, porque es licito que, los monárquicos, apoyen ese pacto y defiendan la monárquica como forma de gobierno pero lo que no es es lícito es mirar hacia otro lado, hacia las más que evidentes señales de corrupción de un jefe del estado que  no se distinguió precisamente por su moralidad. El problema no es el mensajero, el problema es un Borbón corrupto que se ha pasado la constitución por la entrepierna y que presuntamente ha cometido algunos delitos fiscales. Porque el ostentar la jefatura del estado exige un plus de ejemplaridad por la simple razón de ser inviolable en todos su actos.

 

Es totalmente lícito, también, reivindicar la República como forma de estado pero el problema es que tenemos en estos momento otra prioridad, luchar contra  la pandemia y resolver la crisis económica, daño colateral de la crisis sanitaria. Pero al menos hay que exigir, mientras tanto, dos cosas. Una, el control fiscal de la Casa Real para saber en todo momento la limpieza de sus actividades económicas, como cualquier otro ciudadano y la eliminación de la inviolabilidad del jefe del estado. Nadie puede ser impune por los posibles delitos de cualquier índole cometidos en su actividad privada.

 

Reivindicar la República sí, denunciar los excesos de un modelo de estado caduco obsoleto y con reminiscencias mediables también, pero hay que aplazar nuestros deseos de un modelo de estado más democrático y más igualitario para mejores momentos. Lo prioritario es la salud y la vida de las personas y sus derechos sociales laborales y económicos.


Salud, República y Socialismo

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