Ayer, 20 de abril, se cumplieron 50 años de fusilamiento de Julián Grimau. Dirigente comunista fue ejecutado por la dictadura franquista por la acusación de “rebelión militar continuada”. En el Consejo de Ministros que confirmó la sentencia a muerte se sentaba Manuel Fraga.
El 20 de abril de 1963, el dirigente comunista Julián Grimau es asesinado por un pelotón de fusilamiento, 27 descargas de fusiles (y dos tiros de gracia) acababan con su vida. Había sido detenido a finales de 1962, sufrió graves lesiones durante los interrogatorios al ser lanzado esposado por la ventana de la comisaría. Tras un juicio militar es condenado a muerte y fusilado en Madrid. Su causa se convierte en un símbolo contra el franquismo.
El Partido Comunista de España extendió las protestas por todo el mundo pero Franco no cedió ante las presiones internacionales que llegaron de múltiples instancias, desde el papa Juan XXIII hasta el líder soviético Nikita Kruschev. El ministro de Información era Manuel Fraga Iribarne. En el Consejo de Ministros que ratificó la condena a muerte de Julián Grimau todos los presente, incluido Fraga, apoyaron la condena a muerte de Grimau. Así se entiende mejor que el Partido Popular siga sin condenar los crímenes del franquismo.
Manifiesto por el reconocimiento a Julián Grimau y anulación de las sentencias de los tribunales franquistas
Hace 50 años los comunistas y todos los colectivos y personas que luchábamos por la libertad en nuestro país, vivimos un duro golpe con la detención, farsa judicial y asesinato de Julián Grimau. Durante el régimen del general Franco fueron muchas las sentencias judiciales dictadas con irregularidades de forma y contenido, llevando a sentencias de pena máxima a un importante número de españoles que si hubieran tenido una correcta aplicación de las leyes vigentes no hubieran sido condenadas a esta pena, sino a penas menores de cárcel, o incluso a su absolución. En esos años, luchar contra el franquismo, por la libertad y la democracia, estaba castigado con la prisión y la muerte, motivos suficientes para no olvidar aquellas luchas y de honrar la memoria de los que, como Julián Grimau, lucharon para acabar con tan sanguinario régimen.
Hace 50 años que los hombres y las mujeres que soñaban un país en democracia, se unieron en torno a una farsa judicial, para defender juntos, desde la unidad, con la ilusión de la victoria, la liberación de Julián Grimau, tanto en el interior como en el exterior. Cumplida la sentencia, la opinión pública extranjera comprobó en nuestro país la inexistencia de un Estado de derecho, mientras el franquismo vendía el desarrollismo, la apertura y los 25 años de paz. La guerra civil no había terminado para los gobernantes ni para los jueces: a Grimau se le aplicaron leyes e incluso bandos de guerra para poder llevarlo al paredón. No fue el único, lamentablemente.
Hoy, cuando el sistema aprieta a los mismos, a los trabajadores y mayorías sociales, cuando se recrudece la represión en las calles y las políticas de ajuste se llevan por delante derechos conquistados mediante la lucha, hoy, debemos volver la vista para reclamar la unidad de la clase trabajadora y de las mayorías sociales frente a la corrupción, frente a los ataques vividos, frente a un sistema que pretende mantener el olvido de nuestras luchas, la desmemoria como instrumento de dominación.
Recordar a Julián Grimau, ejemplo de una lucha antifascista y continuada desde el interior, no sólo es honrar su memoria, es luchar por la libertad, por la democracia, por los derechos de la clase trabajadora.
En este enlace se puede firmar el apoyo al manifiesto.
Salud, República y Socialismo
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