Estamos atravesando la mayor crisis de presunta corrupción
política y por tanto de credibilidad política desde el inicio de la transición
democrática. La utilización de las instituciones como medio de financiación
ilegal del partido en el poder y de enriquecimiento personal de algunos de sus
dirigentes.
Pero el gran problema no es que esto ocurra, que ya es
suficientemente grave, lo grave es que nadie quiere asumir responsabilidades
ante las múltiples evidencias que se están presentando. Todo se pretende
reducir a un contubernio de intereses mediáticos y políticos contra el partido
del gobierno, Porque se confunden las responsabilidades políticas con las
responsabilidades civiles o penales.
Pero se equivocan y por eso están haciendo un grave daño a
la democracia y a la política, al pretender unir las responsabilidades
políticas con las responsabilidades civiles o penales. La política tiene otras
exigencias. Y la dimisión es algo que se tienen que asumir en cuanto se
presenta la más mínima sombra de duda sobre la honestidad de los políticos. No
es condición necesaria ser condenado por un delito para tener que asumir
responsabilidades políticas. Las responsabilidades políticas no van parejas con
las responsabilidades penales o civiles.
Pero por desgracia el espectáculo que muchos de nuestros
políticos están dando está infiriendo un grave daño a la política y sus
instituciones. Los grandes partidos parece como si tuvieran asumido la
corrupción como algo inherente a la política cuando vemos que ante la grave
situación de la política española la única solución que aportan es el “y tu
mas”. Las peticiones de comparecencias para dar explicaciones, las comisiones de
investigación solo se reivindican cuando es el contrario el afectado. Hoy hemos
vistos abochornados como el P.P. ha rechazado todas las peticiones de la
oposición, para que Rajoy explique en el congreso el caso Barcenas, la constitución
de una comisión de investigación
sobre la amnistía fiscal o la celebración de un pleno monográfico sobre
la corrupción.
Los políticos tienen la obligación de dignificar la
política. No solo deben ser honestos si no también parecerlo. Tienen que saber
delimitar las responsabilidades civiles y penales de las políticas. Las
primeras se dirimen en los tribunales, las segundas en las instituciones
democráticas. Y por si a alguno se
le olvida es bueno refrescarles que siempre ha habido políticos que han sabido
diferenciarlas y han sabido asumir sus responsabilidades políticas sin que
detrás haya habido una condena judicial y sin tener que esperar a que esta se
produzca.
- Karl-Theodor zu Guttenberg, Ministro de Defensa de Alemania, dimitió por haber plagiado en su juventud su tesis doctoral.
- Antoni Asunción, Ministro del Interior, dimitió tras la fuga de la cárcel del exdirector de prisiones Luis Roldán.
- Willy Brant, Canciller Alemán, dimitió porque uno de sus colaboradores fue acusado de espía al servicio de la RDA.
- Max Streibl, Presidente de Baviera, dimitió tras conocerse que un amigo empresario le había invitado a unas vacaciones en Brasil y Kenia.
- Maxime Bernier, Ministro de Defensa de Canadá, dimitió por olvidarse unos papeles secretos de la OTAN en casa de su ex-novia Julie Couillard.
- Pál Schmitt, Presidente de Hungría, dimitió en marzo de 2012 después de que se demostrase que había plagiado algunos capítulos de su tesis doctoral.
Casos parecidos y otros muchos más graves y con
posibilidades de ser cómplices de algún delito, se están dando en estos
momentos entre los dirigentes del P.P. y del gobierno español, pero lo único
que se les ocurre es el cierre de filas como hacen las familias, poner el
ventilador para que la mierda pringue al máximo posible y acusar al contrario
con el consabido “y tu mas”. Ellos
serán los responsables de que el deterioro político español siga creciendo, de
que opciones populistas y oportunistas surjan en el panorama político, de que
la ciudadanía se sienta cada día más alejada de la política y sus
representantes y de que descrédito del país, o de la marca España como dicen
ellos, siga un ritmo creciente a cada minuto que pasa. Ellos son los verdaderos
responsables de poner en riesgo la credibilidad del país y no los ciudadanos
que día a día luchamos contra unos políticos que solo defienden a los poderosos
y que llegan a la política para hacer ricos y profesionales de la misma.Políticos sin escrúpulos para los que la corrupción es algo inherente a la política.
La política española necesita una catarsis, que eche de la
misma a los malos políticos, a los políticos deshonestos, a los políticos que
siguen pensando que dimitir es un nombre ruso y no una expresión de la honestidad
y coherencia de las personas que se dedican al honrable servicio de la política.
Salud, República y Socialismo
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