Los horrores por las atrocidades cometidas durante la II Guerra Mundial llevaron a la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos hace hoy 60 años.
No puede decirse que durante este tiempo el respeto de los derechos humanos haya sido una realidad, sino más bien lo contrario. Si al inicio de su aplicación, el estado de guerra fría que vivió el mundo, hizo que los gobiernos de uno y otro lado encontraran un justificación para aplicar respectivamente los derechos humanos en sus respectivos países; una vez caído el muro de Berlín y desaparecida la Unión Soviética, no parece que el respeto a los derechos humanos esté en un buen momento actualmente. Si antaño fue la existencia de los bloques militares actualmente es la preeminencia de la seguridad sobre la libertad lo que esta marcando la no aplicación de determinados derechos humanos en los llamados países desarrollados. Y si esto ocurre en los países desarrollados que pasa entonce en los países subdesarrollados o en vía de desarrollo. Bastaría echar un vistazo a los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos para darse cuenta del déficit en el respeto a los derechos humanos que existe en este mundo. Vivimos en un mundo injusto.
Y de ello no se libra ni lo países más desarrollados y en primer lugar EE.UU. Empezando por la existencia de la pena de muerte en el país que quiere ser el adalid de la democracia y los derechos humanos y terminando por la supremacía de la seguridad frente a la libertad. EE.UU. asesina legalmente a numerosos de sus ciudadanos manteniendo la pena de muerte cuando esta es una condena rechazada por el mundo civilizado. Sus actuaciones después del 11-S, por no remontarnos más atrás, han sido de permanente violación de los derechos humanos: guerras injustas, permanentes daños colaterales con victimas civiles, cárceles secretas donde la tortura era permanente y esa vergüenza mundial que es Guantánamo. En el otro gigante mundial, China, sucede de manera parecida. Miles de ciudadanos son asesinados legalmente, muchos de ellos con juicios sin garantías judiciales, se reprime la libertad de expresión y de manifestación, no se reconoce el derecho de autodeterminación del Tibet así como otras tantas violaciones de derechos humanos, la mejora de los derechos humanos prometida previo a la celebración de los pasado Juegos Olímpicos sigue sin producirse.
Y en nuestros país tampoco se respeta ni se reconoce el derecho a la dignidad de los miles de asesinados, represaliados y desaparecidos por la dictadura franquista. Con una derecha que se opone sistemáticamente al reconocimiento de sus derechos y con un gobierno pusilánime que no se atreve a enfrentarse a esa derecha y a los poderes fácticos como la Iglesia Católica y devolver de una vez por todas la dignidad a esos miles de asesinados, represaliados y desaparecidos por la dictadura franquista. Y si EE.UU. es violador de derechos humanos en Guantánamo, el gobierno de Aznar es cómplice necesario por su apoyo a la guerra de Irak y a los vuelos secretos de la CIA hacia Guantánamo.
Israel viola permanentemente los derechos humanos de los palestinos, Marruecos no reconoce el derecho de autodeterminación de los saharauis, violando ambos múltiples resoluciones de la ONU en ese sentido.
Y que decir de los países subdesarrollados. El panorama es desalentador: trabajo infantil; discriminación de la mujer; persecución y asesinato de políticos y sindicalistas; esclavitud; la mujer en el Islam es un sujeto sin derechos, subsidiaria del hombre, se las lapida, se las obliga a casarse aún siendo menores de edad; niños soldados y niñas violadas en los conflictos bélicos de África; hambre miseria y enfermedad por la expoliación de sus recursos y la falta de solidaridad del mundo desarrollado; millones de personas carecen de derechos sociales básicos, como la sanidad (incluido los EE.UU.), la educación, la cultura, la justicia o los derechos de los ancianos o lo niños; y otros millones de personas no tienen acceso a un trabajo digno y se ven obligados a emigrar poniendo en peligro su salud e incluso su vida; y …, un largo etcétera.
Todo este mundo injusto mientras unos pocos viven en la opulencia y causan crisis que luego hacen mucho más difícil la existencia de los que ya la tienen difícil y de la que generalmente se van de rositas sin que los gobierno hagan lo más mínimo para ejemplarizar sus conductas. Los países desarrollados, ante esta situación, miran hacia otro lado, cuando solo con un poco de solidaridad muchas de las causas de la injusticia social podrían se evitables. Y se condena las actuaciones de gobiernos injustos, corruptos y/o genocidas, no en función de sus actos sino en función de la afinidad o sumisión de esos gobiernos a las grandes potencias.
Han pasado 60 años en los que en algunos sitios han servido para avanzar en derechos humanos, pero que en otros muchos lugares se siguen pisoteando y lo más vergonzante es que quienes, como EE.UU., deberían dar ejemplo son uno de los primeros en violar esos derechos que dicen querer imponer, por las armas, en el mundo.
Salud, República y Socialismo.
Un buen repaso compa, un buen post.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
Salud y República
¡Cuánta razón tienes, Antonio, y cuánto por recorrer!
ResponderEliminarUn beso.
Querido Antonio
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la entrada. Por cierta y por necesaria.
La verdad es que vivimos muy a gusto y tranquilos mirando hacia otro lado, pero en cuanto rascamos un poco, sólo un poquito (y muchas veces sin rascar) esta sociedad y este mundo son absolutamente asquerosos. Y lo malo es que es la herencia que vamos a dejar, no habiendo sido capaces de cambiarla lo más mínimo.
Un abrazo