Dice el refrán que antes se pilla a un mentiroso que a un cojo. Eso, posiblemente, es lo que le va a pasar a José Antonio Mónaco, Presidente de la Comunidad Autónoma de Extremadura, si no es capaz de justificar de manera veraz esos viajes a Canarias.
Mónaco ha ido, hasta ahora, de adalid en la lucha contra la corrupción y defensor de la ética en política. Su afirmación de que "Uno no milita en un partido para que unos cuantos, al calor del partido, se lo quieran llevar calentito" es un alegato frente a los que se quieren beneficiar a titulo personal de las instituciones públicas en las que están. Es o era un verso suelto en el PP, como lo fue en su día también Ruiz Gallardón.
Pero claro si es cierto lo que desde varios medios de comunicación se ha escrito ayer, Monago tiene cuando menos un pasado reciente que no es precisamente para sentirse orgulloso. Porque utilizar los privilegios de los senadores para su disfrute personal y no para realizar las tareas propias de su cargo, puede que no sea delito pero en todo caso no es ético. Y además entra en contradicción con los valores éticos que el pretende defender frente a los corruptos de su partido.
No vale la justificación que miembros de su partido hacen en su defensa. El argumento de que esos viajes eran para tareas encargadas por su grupo parlamentario no cuela. Porque está dando a entender que los senadores del PP de Andalucía y Canarias no tenían la suficiente capacidad para el desempeño de sus funciones. Mucho menos justificación tiene el argumento que era el responsable parlamentario en esas dos comunidades. Eso puede tener justificación en los pequeños partidos que no consiguen representación parlamentaria en todas las comunidades autónomas. Ese no es el caso del PP.
Mónaco debe de justificar claramente las razones de esos 32 viajes a Canarias en año y medio. No vale el argumento de que los que denuncian estos hechos deben presentar todas las pruebas. Al contrario, en un caso de posible mal uso de los privilegios parlamentarios, debe ser el sospechoso quien debe demostrar que ha hecho buen uso de ellos. Esa exigencia ética que Mónaco pide a los cargos públicos es la que debe aplicarse así mismo, de lo contrario su incoherencia le descalificará.
De confirmarse los hechos denunciados estaremos ante la misma situación que llevaron a Carlos Dives, ex presidente de CGPJ, a dimitir de su cargo en esa institución. Carlos Dives tenía debilidad por Marbella y Mónaco parece que por Canarias. La ética política no solo hay que exigirla, sino también practicarla. De lo contrario la única salida ética es la dimisión.
Salud, República y Socialismo.
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