El dolor de Haití

No suelo escribir sobre temas de catástrofes, porque en el fondo tiene un punto de morbosidad, pero las imágenes y las narraciones de la situación en Haití me han causado un gran pesar.

No recuerdo una situación tan catastrófica desde el terremoto de Nicaragua hace en torno a 40 años. Y es que en Haití parece que se han confabulado todos los males para que se de  la puntilla a un pueblo y un estado que es el más pobre de América y uno de los mas pobres del mundo. Sobre Haití se han cebado lo mayores males que pueden caer sobre un pueblo, desde dictadores que solo se han preocupado de mantener, con mano de hierro, en la indigencia a los haitianos hasta demócratas que solo el echo de pisar poder les ha vuelto corruptos y tratar a su pueblo casi con las mismas actitudes que los dictadores. La falta de educación y la pobreza han echo el resto del trabajo. Y el terremoto ha convertido a Haití en una nación arrasada, donde solo impera el caos, la muerte y la destrucción.

Me sobrecogen las imágenes, la narraciones de lo que está sucediendo, el estado de destrucción total de poblaciones enteras, el llanto de los niños, el dolor de las madres, la impotencia de saber que muchos haitianos están muriendo de una muerte lenta enterrado vivos bajo los escombros, los muertos en la calle, la lucha por la supervivencia, el saqueo, la sed, el hambre y sobre todo me duele que como casi siempre son los pobres, los más desfavorecidos los que sufren las consecuencias más horribles de las catástrofes naturales y de los errores de sus gobernantes.

Es tal el caos, que hoy Haití es una nación sin estado, sin gobierno, abandonado a su desgracia y solo la intervención de la comunidad internacional  puede hacer que Haití pueda ser de nuevo, dentro de un tiempo  un estado. Y para cambiar esta situación será necesario durante mucho tiempo la solidaridad internacional y muchos millones de euros para hacer un nuevo Haití con una sociedad nueva y esperanzada. Y  por eso, yo también ha querido contribuir con mi grano de arena a la reconstrucción de Haití y me indigna y repugna que la banca haga negocio hasta con la desgracia de los desfavorecidos, pues sin escrúpulos continúan cobrando sus comisiones por cada transferencias realizada a las cuentas solidarias.

Se que habrá quien se enriquezca en el camino con la ayuda solidaria internacional pero creo que en estos momentos lo prioritario no es pensar en esas miserias, sino en la necesidad que tiene todo un pueblo de la solidaridad internacional.

Salud, República y Socialismo.