Dóciles y sumisas

Así quiere la iglesia a sus feligresas, dóciles y sumisas. Es lo que se desprende de la reprimenda que el Padre Federico Lombardi, director de la Oficina de prensa de la santa Sede y a todos los efectos portavoz del Papa ha echado a un grupo internacional de católicas que pedían el fin de la prohibición de los anticonceptivos por parte de la Iglesia.

El citado grupo había publicado en del Corriere della Sera italiano una carta abierta al Papa en el que entre otras cosas pedían el fin de la prohibición de los anticonceptivos. Lombardi cargó contra ellas en el diario oficial del Vaticano L’Osservatore Romano acusándolas de ser un grupo de mujeres contestatarias que piden el sacerdocio para la mujer.

Para Lombardi “las políticas de respuesta al SIDA basadas principalmente en la distribución de preservativos han fallado”. Para esa lucha reclama, en cambio, “intervenciones más profundas, en las que la Iglesia ya trabaja”. Se estará refiriendo seguramente a la abstinencia de relaciones sexuales antes del matrimonio o fuera del matrimonio. Como si los jóvenes católicos no mantuvieran relaciones sexuales antes de matrimonio. Que poco les importa las indicaciones de la jerarquía sobre el uso de preservativo y los anticonceptivos. Y con respecto al SIDA su actitud es la del avestruz, no quieren ver que el problema no es el uso del preservativo, el problema es el contagio. Hay que ser tremendamente irracional para seguir insistiendo en una política moral que solo conduce a que siga habiendo miles y miles de contagios al día. Pero que les puede importar a ellos, si la jerarquía practica sexo seguro, los niños y niñas de los cuales abusan no tienen SIDA.

A la iglesia no le gusta la discrepancia ni la contestación y si esta proviene de las mujeres menos todavía. Si ya de por sí la iglesia es una organización antidemocrática, digiere muy mal que las mujeres se rebelen ante la autoridad machista. En lugar de acomodarse a los tiempos presentes, la iglesia católica se aleja cada día más de las inquietudes de la sociedad y pretende reducir el papel de la mujer a simples procreadoras, reservándole en su seno un papel totalmente subordinado a la jerarquía masculina. No aprenden nada de, por ejemplo, la iglesia anglicana que está equiparando los derechos de la mujer a los del hombre en el seno de su iglesia.

Pero claro esta falsa moral que predican cala entre ciertos sectores reaccionarios de la sociedad, que se erigen en defensores de la moral sexual de la ciudadanía y quieren imponer su moralina sobre toda a la juventud. Me refiero a determinados sectores farmacéuticos que se niega a proporcionar profilácticos o la píldora del día después a los jóvenes que se lo requieren, con el argumento manido de la objeción de conciencia.

Salud, República y Socialismo