¿Más laicismo?

La vicepresidenta Maria Teresa Fernández de la Vega anunció el pasado miércoles la voluntad del Gobierno de reformar la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, aunque no avanzó nada sobre los aspectos que se quieren reformar.

El único aspecto sobre el que se manifestó la Vicepresidenta fue solo la necesidad de avanzar hacia la laicidad del estado. En principio esa es una buena noticia, que dependiendo de los aspectos, en concreto, que se reformen será definitivamente buena o no tendrá relevancia alguna. Porque no es igual una reforma que denuncia los acuerdos preconstitucionales con el Vaticano que equipar el resto de las confesiones a los privilegios que hoy tiene la religión católica.

La única manera de avanzar de verdad hacia un estado laico es realizar una reforma que implique la separación total de la iglesia y el estado y eso implica la denuncia del concordato. No se pueden eliminar las discriminaciones del resto de la religión con respecto la religión católica, creando nuevos privilegios para las otras religiones. Porque entonces se consagraría el papel ingerente de la religión en todos los aspectos de la vida político social.

El diario Público en un artículo sobre la pretendida reforma, establecía un decálogo de mandamientos del laicismo que pone muy a las claras los aspectos sobre los que debe basarse una verdadera reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa si de verdad se quiere avanzar hacia un estado laico.

Para mi hay cuatro aspectos imprescindibles para avanzar hacia una sociedad laica el primero sacar la religión de todos los ámbitos públicos (hospitales, centros educativos, instituciones militares, actos oficiales, etc). El segundo hacer una verdadera escuela laica, donde la religión no sea una asignatura a la que se pueda optar. La religión en los templos y la cultura en las escuelas. El tercero la autofinanciación de las religiones; el estado debe de dejar de pagar el profesorado de religión y debe reformar la ley de manera que quien quiera financiar a una religión lo haga de su bolsillo, no del bolsillo de todos. Me explico. Significa que cuando alguien marque la casilla de 0,7%, eso no se detraiga de los ingresos de Hacienda sino que sea un incremento de los impuestos de ese ciudadano o ciudadana para financiar su religión, lo contrario significa que a la iglesia le pagamos todos. Y cuarto y quizás el más importante denunciar el concordato preconstitucional con el Vaticano.

Solo de esta manera, desde mi punto de vista, se caminaría hacia un estado laico. Aunque en esto soy poco optimista, en primer lugar porque dudo de la voluntad del gobierno de poner en su sitio a la iglesia católica y en segundo lugar por la propia composición del actual parlamento español poco proclive, a mi parecer, a caminar por esa senda.

Salud, República y Socialismo.