sábado, 29 de diciembre de 2018

Se va 20118

Este año que termina ha sido un año con claroscuros. Ha tenido su parte buena y su parte mala. 


Lo bueno del año que es que por primera vez en la historia democrática de este país ha salido adelante una moción de censura. Y con ella se llevó el desgobierno de Mariano Rajoy y se inició la esperanza de revertir los destrozos cometidos contra la mayoría social y los más desprotegidos en nombre de la crisis económica.

Lo malo el relevo en el Partido Popular en la persona de Pablo Casado que ha convertido a Mariano Rajoy en un rojazo. Y como consecuencia directa de ese cambio, el retorno de la crispación política como no la habíamos conocido desde el inicio de la transición. Una crispación política basada en la permanente mentira de los argumentos del Partido Popular y de todos sus dirigentes.


Y lo peor el acceso del neofranquismo a las instituciones democráticas de Andalucía. Posiblemente consecuencia de lo anterior y del intento de Pablo Casado de defender las posiciones más extremas de la derecha para "tratar" de acercarse al campo electoral de VOX, así como del incremento y mantenimiento de las tremendas desigualdades sociales causadas por las políticas desarrolladas por el PP durante la crisis económica.

No nos engañemos la llegada de VOX a las instituciones democráticas no es consecuencia de las políticas de inmigración, eso puede ser en todo caso la excusa. La irrupción de los populismos de extrema derecha llegan como consecuencia de las tremendas desigualdades sociales existentes en nuestra sociedad, de la decepción de las clases populares al ver que una vez superada teóricamente la crisis económica, los más perjudicados siguen siendo abandonados por los políticos y sus políticas y que cuando hay un mínimo intento de revertir los recortes sociales y salariales, la derecha y el empresariado sale en tromba anunciando catástrofes económica si esas reversiones se llegan a producir. Y también de los errores de una izquierda pecata que parece que cuando gobierna se avergüenza por hacer políticas progresistas destinadas a su base social mientras la derecha no tiene pudor en entrar a saco contra las conquistas sociales conseguidas por los trabajadores a través de muchos sacrificios y esfuerzos, gobernando exclusivamente para defender los intereses de los empresarios y los poderosos.

Por último quiero referirme al conflicto en Cataluña. Hemos pasado del choque de trenes entre quienes veían el conflicto exclusivamente como una problema judicial y de orden público (PP y C's) y quienes solo querían representar los intereses independentistas de una parte de los catalanes (JuntsxCat, ERC y CUP) con la ausencia total de diálogo, a una situación donde se ha creado un incipiente diálogo entre el gobierno central y el gobierno de Cataluña. Indudablemente, con sus enormes limitaciones legales y parlamentarias, la situación actual es mejor que la anterior. Ahora y sobre todo de cara a 2019 los independentistas tienen un tremendo dilema, seguir en posiciones maximalistas lo que puede llevar a la caída del gobierno de Pedro Sánchez o aceptar la posibilidades de diálogo abierto teniendo en cuenta las limitaciones tanto parlamentaria como legales y constitucionales, para poder seguir avanzando en el autogobierno de Cataluña.


No soy votante socialista ni creo que lo sea en el futuro, pero creo que el camino emprendido por Pedro Sánchez para tratar de revertir todo lo posible los recortes del Partido Popular y explorar la vía del dialogo con Cataluña es correcta, pero para ello es necesario alargar lo máximo posible la legislatura. Lo independentistas se pueden encontrar con la paradojo de querer exigir el cielo y caer en el infierno si una alianza como la fraguada en  Andalucía entre PP, C's y VOX se llega a materializar a nivel del estado. Por todo esto 2019 va a ser una año tremendamente difícil en político.

Que todos y todas veáis cumplido vuestros mejores deseos en 2019.

Salud, República y Socialismo.